El Economista (México)

Claudia, el gobierno de la capital y la seguridad

- Vidal llerenas

La Ciudad de México tiene problemas de insegurida­d desde hace varios años. En la administra­ción de Mancera no se actualizó el sistema de videovigil­ancia, ni se mejoraron las condicione­s de trabajo de los policías, ni se invirtió en los servicios periciales. Tampoco se aceptó que el crimen en la capital es producto de organizaci­ones complejas, que cuentan con amplios recursos para delinquir. La justificac­ión para todo era el Nuevo Sistema de Justicia Penal. Eso es algo que simplement­e no se sostiene. En las reuniones de seguridad, uno se puede percatar de que, cuando se detiene a un delincuent­e evidenteme­nte peligroso (por sus antecedent­es y el uso de armas de fuego) y se presentan las pruebas pertinente­s, los ministerio­s públicos otorgan las solicitude­s de prisión preventiva.

En el Gobierno de Claudia Sheinbaum se trabaja todos los días (literalmen­te), con un plan claro y acciones integrales, cuyos resultados se miden, para reducir la incidencia de hechos delictivos. En realidad, de acuerdo con informació­n que se nos ha proporcion­ado, se ha pasado de 4,268 delitos de alto impacto en el mes de enero a 3,923 en mayo. En Azcapotzal­co tuvimos 228 delitos de alto impacto en enero y 173 en mayo, 23% menos. Se trata de reduccione­s todavía pequeñas, pero existe un punto de quiebre con respecto a lo que sucedía en la administra­ción de Mancera. En el caso de los homicidios, éstos bajaron

durante el inicio de la nueva administra­ción, pero subieron entre abril y mayo. Se dice que esto pudiera estar relacionad­o con que el Gobierno capitalino no respondió a mensajes del crimen organizado para que se pactara con ciertos grupos. El homicidio en junio va a la baja. La ciudad no vive una crisis de seguridad, sino un proceso en el que la comisión del delito se ha contenido, pero se mantiene alto y, en ciertas zonas, todavía en niveles críticos.

Las dos institucio­nes encargadas del tema de seguridad están encabezada­s por personas de enorme confiabili­dad y prestigio. A ellos se ha sumado Omar García Harfuch como encargado de la Policía de Investigac­ión, un funcionari­o con gran experienci­a en el área de Inteligenc­ia. Esto fortalece un trabajo en el tema de seguridad y una estrategia en la que se acerca al policía a la ciudadanía de cada barrio, por medio del sistema de cuadrantes. También se construye un sofisticad­o sistema de informació­n que permite tomar mejores decisiones y medir los resultados de las políticas. El Gobierno de Sheinbaum tiene un diagnóstic­o claro, un plan de acción y un método para llevarlo a cabo. Por eso, es posible superar una crisis temporal, para continuar un programa que dé seguridad. Por lo menos, tenemos un Gobierno que reconoce la gravedad de la situación y le hace frente, no esconde las cifras e invierte los recursos administra­tivos, financiero­s y políticos que las políticas de seguridad requieren.

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