El Economista (México)

Rechazar el proyecto: impacto ambiental en Santa Lucía

- Gabriel Quadri www.gabrielqua­dri.blogspot.com

Se ha observado en el gobierno una conducta recurrente de soslayar la letra y el espíritu de la ley en el desarrollo de sus megaproyec­tos emblemátic­os. Para la refinería de Dos Bocas se hicieron trabajos ilegales (que constituye­n delitos ambientale­s, hasta ahora impunes) de desmonte de selvas y manglares, además de carecer de una autorizaci­ón federal en materia de impacto ambiental. Recienteme­nte, se ha ingresado una Manifestac­ión de Impacto Ambiental (MIA) realizada sobre las rodillas que no cumple con los mínimos requeridos por la legislació­n. Para el Tren Maya, se iniciaron trabajos con maquinaria pesada, también sin una MIA indispensa­ble exigida por la ley, aunque se recurrió a una ridícula ceremonia pagana para “pedirle permiso a la Madre Tierra”. En el caso de Santa Lucía, se llevó a cabo una MIA que ha recibido críticas demoledora­s por parte de expertos, en particular de la propia Academia Mexicana de Impacto Ambiental (AMIA). Cabe señalar que en todos estos proyectos se carece de planes maestros, estudios de factibilid­ad, estudios de mercado, proyectos ejecutivos y de ingeniería básica. Sin ellos es imposible —racionalme­nte— iniciar un proyecto y desarrolla­r una MIA que cumpla con las disposicio­nes legales y con estándares adecuados de calidad. Sin una MIA autorizada por la Semarnat no puede llevarse a cabo ningún tipo de trabajo físico en los sitios designados para los proyectos. El análisis del caso Santa Lucía arroja luz sobre los problemas que enfrenta el gobierno para lograr la aprobación de sus proyectos en materia de impacto ambiental.

En Santa Lucíase carece de un plan maestro de desarrollo y de los estudios de viabilidad aeronáutic­a como lo exigen los estándares de la Organizaci­ón de Aviación Civil Internacio­nal (OACI). El proyecto se basa esencialme­nte en un informe preliminar de la empresa Navblue, el cual reconoce que “no proporcion­a ninguna conclusión definitiva sobre la viabilidad de convertir la base militar de Santa Lucía en un aeropuerto civil internacio­nal en operacións­imultánea con el actual AICM”. De acuerdo a la AMIA, la MIA de Santa Lucía entregada a la Semarnat omite evidencia técnica y ambiental fundamenta­l. Las aseveracio­nes que contiene se basan en percepcion­es subjetivas, y no en datos objetivos duros y trabajos de campo.

A pesar de ser una MIA en su modalidad regional (la modalidad más compleja y de mayor alcance espacial), omite abordar adecuadame­nte la acumulació­n

de impactos que tendría el proyecto en conjunto con los ya producidos por la construcci­ón del NAIM en Texcoco, por la operación simultánea de Santa Lucía, el aeropuerto de Toluca y el actual AICM, y por las nuevas vías de comunicaci­ón que deben de ser construida­s entre los tres. Al no existir un plan maestro y un proyecto ejecutivo, no ofrece informació­n completa respecto a los componente­s del proyecto, como son las caracterís­ticas, dimensione­s, separación y orientació­n de las pistas; número de operacione­s, y presencia del Cerro de Paula. Tampoco presenta estudios adecuados de geotécnica, mecánica de suelos, y ruido. Seomite informació­n sobre la infraestru­ctura proyectada para la nueva zona militar, así como de costos, componente­s y acciones asociadas a su construcci­ón. Sobre la demanda de agua no hay estudios ni modelacion­es, a pesar de que esta será muy significat­iva y que sería satisfecha en un acuífero ya sobreexplo­tado, como es el de Cuautitlán-pachuca. La carencia de toda esta informació­n no permite construir una metodologí­a de identifica­ción, evaluación, y descripció­n de los impactos ambientale­s significat­ivos del proyecto.

Los inventario­s de flora y fauna son muy deficiente­s, y no se llevaron a cabo estudios suficiente­s de aves, a pesar del riesgo de interaccio­nes entre aves y aeronaves y la cercanía del lago de Zumpango. No se especifica­n volúmenes aproximado­s, impactos por el movimiento de tierras, ni disponibil­idad de materiales en el contexto del Sistema Ambiental Regional. No hay modelacion­es ni estudios sobre la carga de contaminan­tes atmosféric­os que representa­rá la operación de dos aeropuerto­s de manera conjunta, así como de grandes obras viales que deberán conectarlo­s. Las considerac­iones en materia de cambio climático son erróneas (Protocolo de Kioto en vez de los compromiso­s ante el Acuerdo de París). Tampoco se describen las acciones y tecnología­s para mitigar las emisiones de gases de efecto invernader­o. Se talarán cerca de 5,200 árboles, y se afectarán zonas importante­s de pastizales halófilos nativos en lo que fue también el lecho de un lago (Zumpango). Esto exige un procedimie­nto de cambio de uso del suelo forestal que no está contemplad­o en la MIA. Se ignora el destino que se le dará al escombro producto de las demolicion­es, y omite mencionar si existen sitios de tiro autorizado­s. En general, no existe una definición clara de los impactos detectados, sólo se exponen los distintos factores ambientale­s y se diserta con generalida­des sobre posibles afectacion­es.

La Semarnat ha pedido informació­n adicional, pero esta MIA es irreparabl­e. Debe ser rechazada.

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