El Economista (México)

Conflicto se extiende a Bélgica

Rafael Correa toma el pulso a Lenín Moreno

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Correa asegura que se equivocó al designar a Moreno como su sucesor en el partido

Montevideo. EN VENEZUELA, hay dos presidente­s desde enero. Perú también tuvo dos por una noche hace un par de semanas, y en Ecuador hay uno batiéndose en retirada y otro, que lo fue y quiere volver, además de hacer un llamado a elecciones a través de un video.

En un centenar de horas, desde el pasado 1 de octubre, el gobierno de año y medio de Lenín Moreno se resquebraj­a y aparece rodeado de adversario­s, y enemigos, por todos lados. “Hay diálogo para los hermanos indígenas que lastimosam­ente tienen necesidade­s y en eso estamos completame­nte de acuerdo”, dijo Lenín Moreno, desde Guayaquil, luego de sostener una reunión con todos los poderes institucio­nales de su país.

El llamado lo hizo luego de dejar el palacio de gobierno capitalino —la segunda vez en la historia republican­a de Ecuador: la otra ocurrió el 10 de enero de 1859, acosada la capital por la llegada de miles de indígenas.

Ecuador, en el verbo de Rafael Correa, era una tierra “próspera y feliz” hasta que Moreno, su exvicepres­idente asumió el poder en mayo del 2017. “Me equivoqué con Moreno”, admitió el exjefe de la Revolución Ciudadana, desde Bélgica, donde vive, a lo que siguió un “pero no me equivoqué en que sería cuestión de tiempo”.

De inmediato sonaron las alarmas en varias latitudes: siete naciones latinoamer­icanas — Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Perú y Paraguay— expresaron su “profundo rechazo” a toda acción encaminada “a desestabil­izar nuestras democracia­s por parte del régimen de Nicolás Maduro y de los que buscan extender los lineamient­os de su nefasta obra”. Un tiro a Caracas y otro a Bruselas.

La jefa de la diplomacia europea, la italiana Federica Mogherini, conversó con su homólogo ecuatorian­o, José Valencia, para urgir a “actuar con moderación y evitar una escalada mayor” y aceptar la mediación de la ONU e iglesia católica.

Mogherini aboga por la necesidad de un diálogo. Diálogo, ese término tan esquivo, que enarbola Moreno y rechazan las organizaci­ones indígenas que cruzaron el país para exigir el fin, una vez, más del neoliberal­ismo, un propósito que, a pesar de la distancia, aplaude desde Bélgica el exmandatar­io Correa que clama “por la vuelta de la patria”.

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