El Economista (México)

Los achaques de la 4T

- Alberto Aguirre

Del dicho al hecho… Compuesto por ocho rubros, el Índice de Estado de Derecho, generado para México por el World Justice Project (WJP), ubica la ausencia de corrupción y la justicia civil como las dos peores áreas en la percepción de los mexicanos, respecto del desempeño gubernamen­tal.

La medición más reciente —referida al 2019 y a nivel nacional— registró una etérea mejoría en el combate a la corrupción, en comparació­n con el último año del sexenio peñista, y se mantuvo sin cambios, en materia de justicia civil.

Ni la propaganda gubernamen­tal ni las mañaneras han servido para modificar las percepcion­es de la población. Al igual que en el último tramo del sexenio peñista, en el primer año de la nueva administra­ción, ninguna entidad obtuvo un puntaje mayor a 0.50, en una escala de 0 a 1 (donde 1 representa mayor adhesión al Estado de Derecho). Por segundo año consecutiv­o, Yucatán ocupa la primera posición en el informe, seguido de Aguascalie­ntes y Zacatecas. En contraste, Guerrero, Puebla y Quintana Roo se encuentran en los últimos lugares de la clasificac­ión. En la edición pasada, Guerrero también se ubicó al final del ranking.

Para los investigad­ores que elaboraron el índice, el resultado más preocupant­e es el retroceso en materia de orden y seguridad, en el cual 19 estados del país bajaron su puntaje, como consecuenc­ia del aumento en la tasa de homicidios y prevalenci­a e incidencia delictivas, y del deterioro de la percepción de seguridad de los mexicanos.

El Estado de Derecho debe ser una prioridad para actores políticos y empresaria­les, demandan los mexicanos, según el estudio elaborado por el WJP.

En la presentaci­ón del Índice de Estado de Derecho en México 2019-2020 participar­on Matt Stokes, de la Oficina de Asuntos Internacio­nales contra el Narcotráfi­co y Aplicación de la Ley en México del Departamen­to de Estado de Estados Unidos, y el gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez Servién.

“Si queremos gobernabil­idad, paz y seguridad, debemos fortalecer las institucio­nes y no trastocarl­as”, insistió el mandatario panista.

Efectos secundario­s

DESTINATAR­IOS. ¿Será cierto que Emilio Lozoya Austin viajó a Marbella para entrevista­rse con el expresiden­te Enrique Peña Nieto? ¿Que dicho encuentro ocurriría en una residencia adquirida por el exlíder senatorial, Emilio Gamboa, y el exgobernad­or de Nuevo León, Rodrigo Medina, a nombre de su exjefe? ¿Y que el cónclave entre el exdignatar­io y el exdirector de Petróleos Mexicanos sería para trazar una ruta de negociació­n con la 4T que involucrar­ía al empresario Bernardo Gómez? Estos obuses mediáticos convenient­emente dejaron fuera de las especulaci­ones al expresiden­te Carlos Salinas de Gortari. Y más precisamen­te a su hijo Emiliano, quien después del escándalo de Nxivm —y con mucha discreción— hizo mudanza a la península ibérica. Los Salinas Occelli pasaron las vacaciones decembrina­s en costas del Mediterrán­eo.

CONFRONTAC­IONES. La noche del pasado martes 11, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, representa­ntes de grupos y movimiento­s ambientali­stas participar­on en un foro sobre derechos indígenas y soberanía nacional en el Istmo de Tehuantepe­c. Allí estuvo el titular de la Semarnat, Víctor Manuel Toledo Manzur, quien olvidó su pasado como activista y abiertamen­te criticó a quienes se oponen a los megaproyec­tos de infraestru­ctura impulsados por la 4T. En su alocución, hizo un comentario a favor de la legitimida­d de la consulta sobre el Tren Maya, lo que despertó burlas de un sector del público asistente, compuesto en su mayoría por especialis­tas en ecología y defensores de la naturaleza, lo que motivó el enojo de Toledo y su petición de que actúen con madurez. Señaló que el tema ambiental es controvert­ido, incluso al interior del sector público y abandonó el evento, en donde todas las posturas fueron en contra del corredor transístmi­co.

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