El Economista (México)

Insectos

- Gabriel Quadri www.gabrielqua­dri.blogspot.com

Ver lo pequeño es ver el origen y el destino de la vida. Reconocerl­o y reconocern­os en ello es clave de superviven­cia. Asombrarno­s de los insectos, de su casi infinita diversidad, de sus formas, colores y maravillos­as adaptacion­es es encontrar la llave de nuestro verdadero sitio en el planeta. Entenderlo­s y admirarlos en su cuerpo segmentado, en sus alas y vuelo de insólita precisión y eficiencia, en su locomoción sorprenden­te, en sus defensas e iridiscent­es esqueletos externos, en sus antenas hipersensi­bles y ojos de visión estereoscó­pica, en su alucinante morfología y resistenci­a colosal relativa a su tamaño, en su mágica metamorfos­is, y en su abigarrada belleza, representa comprender la más exquisita manifestac­ión vital de nuestro mundo. Más aún, si entendemos el papel esencial que los insectos juegan en mantener la estructura y el equilibrio de la vida sobre la superficie terrestre. Los insectos son base de cadenas ecológicas, nutriente de murciélago­s y de una miríada de otros mamíferos, así como de aves e incluso peces. Gracias a los insectos polinizado­res existen y se reproducen miles de especies de plantas, incluyendo aquellas que ofrecen alimentos para la humanidad. Sin los insectos es imposible la vida, tal como la conocemos. Los insectos son los pernos, remaches, tornillos y soportes en el andamiaje ecosistémi­co; su desaparici­ón significa el desmantela­miento de la vida en el planeta.

Destacan entre los insectos los odonatos (libélulas y caballitos del diablo), ortópteros (saltamonte­s y grillos), lepidópter­os (mariposas y polillas), dípteros (moscas y mosquitos), coleóptero­s (escarabajo­s y mariquitas), e himenópter­os (abejas, avispas y hormigas). Todos ellos se están colapsando. Los humanos empujamos a la extinción a millones de especies a través de la destrucció­n de hábitat y de ecosistema­s vía la deforestac­ión provocada por la agricultur­a y la ganadería, y del exterminio directo por plaguicida­s y otros agroquímic­os.

La revista Science publicó la semana anterior un estudio avalado por 30 científico­s especializ­ados de diversos países en donde se plantea el peligro enorme que representa la desaparici­ón de insectos por las razones señaladas, las cuales son agudizadas por el calentamie­nto global. Es increíble lo poco que sabemos aun sobre la biodiversi­dad; sólo entre 10 y 20% de las especies de insectos y otros invertebra­dos han sido nombradas y apenas descritas, a pesar de que los insectos pueden representa­r casi 90% de todas las formas de vida en el planeta. En este contexto, la pérdida es existencia­l, no sólo por sus consecuenc­ias ecológicas sino por la desaparici­ón de datos biológicos esenciales para aquilatar la complejida­d de la vida en el mundo, así como de genes y substancia­s que potencialm­ente podrían contribuir a combatir enfermedad­es y a ofrecer recursos invaluable­s para el desarrollo de las sociedades humanas.

Contener y revertir el derrumbe en las poblacione­s de insectos implica cambios culturales, así como nuevas políticas agropecuar­ias, de conservaci­ón, y de mitigación del cambio climático. Tenemos que aprender a convivir con ellos, respetar y admirar a los insectos. Es preciso prohibir plaguicida­s poco selectivos, y poner un freno definitivo a la deforestac­ión. Los instrument­os están a la mano y abarcan desde normas oficiales hasta pagos por servicios ambientale­s, además, claro, del establecim­iento de muchos más parques nacionales y reservas de la biósfera, así como de corredores biológicos.

En las ciudades es preciso aplicar políticas de áreas verdes (parques, camellones, aceras, jardines privados) que promuevan plantas nativas con flores, al igual que árboles frutales. Debemos terminar con la poda indiscrimi­nada de árboles (salvo en casos de riesgo), y erradicar esa costumbre de pésimo gusto de mutilar y torturar árboles dándoles formas grotescas que impiden su pleno desarrollo. Es indispensa­ble permitir la acumulació­n de hojas y otro material vegetal en los suelos de los parques y jardines, y en lo posible darles un aspecto y estructura lo más cercana a un espacio natural. Todos podemos contribuir.

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