El Economista (México)

El decálogo

- Pamela Cerdeira

Me llamaron de la escuela de mis hijos, la directora quería verme para hablar sobre su comportami­ento. Llegué puntual como siempre. Soy una persona que se despierta muy temprano para resolver sus pendientes. Durante la cita, la directora dijo que mis hijos son irrespetuo­sos con sus compañeras y compañeros a quienes han agredido en diversas ocasiones, incluso físicament­e, no entregan tareas e insultan a sus profesores.

Yo, tranquila como a quien le dicen que el día estará un poco menos soleado que ayer, le respondí que yo estoy haciendo todo para que mis hijos hagan lo correcto. Que me despierto muy temprano y en reunión con mi marido reviso los recados que llegan a casa en sus libretas y hacemos un conteo real de los acontecimi­entos, no como otros padres que maquillan las cifras para hacer creer a los demás que sus hijos se portan bien. Después me encargo de prepararle­s un rico desayuno y ponerles unos cuantos dulces en su lonchera para que no sientan la necesidad de robarse el lunch de sus compañeros.

La directora no se veía satisfecha, así que preguntó si había pensado en llevarlos a terapia.

Le contesté que por qué me pedía a mí eso, si nunca antes se lo había exigido a otros niños, yo sé que en años anteriores también han hecho destrozos, y ahora resulta que soy yo a la única que le piden que lleve a sus niños a terapia. Además, yo ya sé cómo son esas psicólogas que nada más están viendo cómo te sacan el dinero y te dicen que todo lo que haces está mal, como si ellas tuvieran su vida resuelta. ¿Qué calidad moral tienen para decirme a mi cómo educar a mis hijos?

Insistió en que mis respuestas no eran suficiente­s, así que le enumeré las razones por las que soy una buena madre, preocupada por el comportami­ento de mis hijos:

1. Estoy en contra de toda forma de mal comportami­ento.

2. Se debe procurar que los niños se porten bien.

3. Es una cobardía atacar a un maestro.

4. Es un acto de brutalidad el mal comportami­ento.

5. Se tiene que respetar a los compañeros.

6. No agresiones a los niños.

7. No a crímenes de odio contra estudiante­s.

8. Castigo a los responsabl­es de violencias contra niños y maestros.

9. El hogar que represento se va a ocupar siempre de la seguridad.

10. Voy a garantizar la paz. No entiendo por qué la directora se quedó insatisfec­ha. Es más imprimiré mi decálogo varias veces y lo repartiré a otras madres y padres. Seguro construirá un futuro mejor.

Duda: ¿quién lo asesora? En serio.

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