Las vacaciones de Donald Trump
China ha aprovechado la crisis de la pandemia y el inexistente liderazgo internacional del presidente de Estados Unidos, para asestar un durísimo golpe contra la identidad jurídica de Hong Kong acordada con Reino Unido en 1997: un país, dos sistemas.
Desde el primer minuto del miércoles: un país, un sistema.
Los manifestantes que salieron a las calles de Hong Kong el pasado miércoles se enfrentaron contra una realidad jurídica radicalmente distinta con la que se fueron a dormir la noche del martes.
Es probable que muchos de los jóvenes no conocieran el contenido de la nueva ley, pues el contenido de la misma fue revelado el primer minuto del 1 de julio. La ley castiga cuatro delitos con cadena perpetua, y si le va muy bien a quien los cometa, tres años de cárcel: secesión, terrorismo, subversión y confabulación con fuerzas externas.
Xi Jinping establecerá una oficina de seguridad en Hong Kong y no responderá en absoluto a la jurisdicción local. El movimiento prodemocracia decidió manifestarse desde hace poco más de un año precisamente en contra de una ley de extradición que promocionaba Pekín. La presión de los hongkoneses logró que el presidente la retirara. Pues bien, con la nueva ley de seguridad, las extradiciones ordenadas por Pekín van a ocurrir porque el único objetivo de la nueva legislación es acabar con la disidencia.
Las extradiciones se darán, dice la nueva ley, cuando exista una amenaza “grave e inminente” a la seguridad nacional. La interpretación del gobierno chino sobre lo que ha ocurrido el último año en las calles de Hong Kong ha sido clara: las acciones del movimiento prodemocrático son graves para la seguridad del gobierno de Xi Jinping.
La palabra “independencia” ha perdido vigencia desde el 1 de julio. Pekín somete a Hong Kong a una atmósfera donde las palabras representan peligro. Quien mencione o escriba la palabra “independencia” será castigado.
Algunos de los jóvenes que asistieron a la manifestación del miércoles, escribieron de manera muy tenue la palabra “no” junto a “independencia” en pancartas. En caso de que los detuvieran, demostraban a la policía que la promoción temática era: no a la independencia.
Xi Jinping ha sido muy astuto. Ha logrado ejercer su influencia en el mundo aprovechando las vacaciones de la presidencia estadounidense durante los casi últimos cuatro años.
También lo ha hecho a la sombra de la pandemia.
Adiós a la libertad en Hong Kong. Hola, Trump. ¿Sigues de vacaciones?