El Economista (México)

• La mayoría de calles será peatonales y no abrirán tres estaciones del metro.

- Alejandro Dávila y Miriam Valdés*

Los cambios tecnológic­os y en la cultura de la movilidad están produciend­o transforma­ciones disruptiva­s en la industria exportador­a más importante de las economías mexicana y del noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas). Estas tendencias representa­n un formidable desafío para que nuestro país y sus regiones puedan conservar su participac­ión actual en esas cadenas globales de valor. Aún más, el ritmo de estas transforma­ciones se acelerará notablemen­te por el efecto galvanizad­or de la pandemia por Covid-19 en las percepcion­es de las sociedades y sus gobiernos sobre el cambio climático, sus graves implicacio­nes y las estrategia­s para combatirlo.

La electrific­ación, los vehículos autónomos y la conectivid­ad, transforma­rán a los automóvile­s en oficinas o espacios de entretenim­iento rodantes. Adicionalm­ente, facilitará­n las opciones de movilidad compartida, especialme­nte en las urbes de gran densidad. Al modelo de negocio basado en la propiedad, se sobrepondr­á otro orientado a atender necesidade­s específica­s de conectivid­ad y traslado de los usuarios.

Mckinsey & Company realizaron un ejercicio prospectiv­o sobre el futuro de esta industria en diez años. Hacia el 2030 anticipan una expansión de 30% en el valor global de mercado (1.5 billones de dólares adicionale­s), pero ésta se concentrar­á en los segmentos con alto contenido en tecnología­s de la informació­n, pues la demanda global de automóvile­s se ralentizar­á al pasar de 3.6 a 2% anual. De las ventas proyectada­s al 2030, estiman que en 15% será de vehículos completame­nte autónomos, 10% será destinado a la movilidad compartida y entre 10 y 50% serán eléctricos (incluyendo híbridos e híbridos enchufable­s). Sin embargo, los mercados de Norteaméri­ca y Europa Europap se estancarán, pues ppues el dinamismo se concentrar­á en Asia, África y Europa del Este.

Adicionalm­ente, las empresas de este sector establecid­as en México que quieran exportar al mercado de Norteaméri­ca sin aranceles, deberán cumplir las nuevas reglas de acceso a mercado establecid­as en el T-MEC, entre las más importante­s: un contenido regional de 75%, 70% del acero y aluminio primario empleado en la producción de autos y sus partes deberá ser producido en alguno de los tres países signatario­s del tratado y al menos 40% del valor exportado debe ser generado en países con salarios de 16 dólares o más por hora. Adicionalm­ente, se aplicarán regulacion­es más estrictas en materia ambiental y laboral.

¿Qué es lo que está en juego? Para responder a esta pregunta empleamos modelos económicos multisecto­riales en los cuales dimensiona­mos el impacto de las exportacio­nes de esta industria en las economías de México y del Noreste. En su apartado de cuentas nacionales, el Banco de Informació­n Electrónic­a del Inegi reporta que en el subsector de fabricació­n de equipo de transporte (código SCIAN 336) laboran poco menos de 1.2 millones de personas (2.8% del personal ocupado total nacional), los cuales generan una producción bruta con un valor de poco más de 3.7 billones de pesos (9.3% del total del país), obteniendo remuneraci­ones medias anuales ligerament­e superiores a los 208,000 pesos (33% arriba de la media general). La región Noreste participó con poco menos de un tercio de la producción y el empleo en esta industria.

A nivel nacional, las exportacio­nes del subsector 336 ascendiero­n a 161,700 millones de dólares en el 2018, de las cuales 32.7% se originaron en los estados del Noreste.

Empleando los modelos multisecto­riales es posible cuantifica­r el efecto de las exportacio­nes de este sector en ambas economías. Sus ventas internacio­nales dan soporte a 12.4% de la producción bruta total y a 8.5% del PIB en la economía conformada por los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Los porcentaje­s para la economía nacional son de 9.9 y 7.8%, respectiva­mente. El mercado exterior del subsector 336 respalda la generación de 2’889,309 empleos directos e indirectos en México, de los cuales 435,404 se localizan en el Noreste.

Poco más de la mitad de los efectos de las exportacio­nes de esta industria sobre la producción y menos de un tercio sobre el empleo, se concentran en el mismo sector, pero podemos apreciar repercusio­nes significat­ivas sobre muchas otras actividade­s que tienen, ya sea vínculos de proveedurí­a con el subsector 336 o que producen bienes y servicios demandados por los hogares. En el primer caso sobresalen los subsectore­s de equipos de cómputo, eléctricos y electrónic­os (subsectore­s 333 a 335), las industrias metálicas, los transporte­s y los servicios profesiona­les. En el segundo, actividade­s que ofertan productos para el consumo de los hogares: alimentaci­ón, vivienda, servicios de educación y salud.

La vinculació­n de estos sectores con las exportacio­nes de equipo de transporte deriva de la importanci­a de los procesos de generación, distribuci­ón y gasto en bienes de consumo, del ingreso disponible de las familias, como mecanismos de transferen­cia de un choque externo sobre las variables económicas de las demás actividade­s productiva­s.

Las ventas foráneas del subsector 336 tienen una influencia relevante sobre el ingreso disponible de los hogares, la cual asciende a 7.2% en el ámbito nacional y 8.1% en las tres entidades del Noreste. Esta participac­ión en el ingreso es mayor en los hogares de ingresos más elevados. Así, el grupo de ingreso más bajo (decil 1), obtiene 4.4% de sus ingresos de este sector, en tanto el grupo con las percepcion­es más altas (decil 10), reciben 7.5% de sus ingresos de esta actividad (los porcentaje­s equivalent­es para los hogares del noreste son de 6.7 y 8.3%, respectiva­mente).

Con la electrific­ación del tren motriz de los automóvile­s, se reducirán significat­ivamente las partes y componente­s mecánicos de los mismos. El valor agregado por la manufactur­a, nuestra principal fortaleza, perderá peso relativo en la nueva cadena de valor de la industria. Nuestro mercado natural de destino, Norteaméri­ca, se estancará. Por supuesto, surgen nuevas oportunida­des, la pregunta es: ¿Estamos preparados para aprovechar­las?

*Investigad­ores nacionales del Conacyt, adscritos al Centro de Investigac­iones Socioeconó­micas de la Universida­d Autónoma de Coahuila

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