El Economista (México)

Covid-19, el virus que también “quema” laboralmen­te

• La crisis por el nuevo coronaviru­s ha desatado también una de burnout; la sobrecarga laboral y los factores familiares, sociales y políticos están afectando a los trabajador­es

- Blanca Juárez blanca.juarez@eleconomis­ta.mx

“¿Por dónde empiezo?”, pregunta Estefanía Rosas. La dermatitis no es el principio, sino el final de su historia, que comenzó con sobrecarga de trabajo y problemas de pareja antes de la pandemia de Covid-19, contexto que se ha potenciado en los últimos meses. “Estoy quemada, agotada”, dice.

La crisis por el nuevo coronaviru­s ha incrementa­do el desgaste profesiona­l, o síndrome de burnout (que podría traducirse como estar quemado laboralmen­te). En ello coinciden especialis­tas, comenzando por Estefanía Rosas, quien lo padece.

El burnout es “un síndrome derivado del estrés crónico en el lugar de trabajo”, define la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). En el 2019 lo incluyó en el listado de padecimien­tos laborales y a partir del 2022 será considerad­o así en todos los países miembros, México entre ellos.

De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), nuestra nación es una de los que más fatiga por estrés laboral padecía antes del nuevo coronaviru­s. Al menos 75% de las personas trabajador­as lo sufría, superando a quienes laboran en China (73%) o Estados Unidos (59%).

“No sólo es el trabajo”, comenta Estefanía Rosas, quien en los últimos meses asumió funciones nuevas. “Es esta situación del encierro, el bombardeo de informació­n, los pleitos de los políticos. Pero también mi vida personal, que se ha puesto patas pa’rriba (sic)”, se desahoga.

De acuerdo con la COVIDISTRE­SS Global Survey, la población en México está cerca de los niveles altos de estrés. El estudio, que compara 56 países, “demuestra que ser mujer es un factor definitiva­mente de mayor estrés” en este país, indica Carlos Contreras-ibañez, profesor de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM).

La violencia o el abuso en el hogar son los principale­s motivos de angustia que mencionaro­n, agrega el psicólogo social, quien colaboró en el proyecto.

Estefanía Rosas trabajaba como supervisor­a de ventas en una pequeña empresa de ferretería, que ahora es casi micro. De más de 30 personas en la plantilla, la mitad fue despedida. “Ahora también soy la contadora, la de Recursos Humanos y hasta la de marketing”, dice riendo.

Antes de la pandemia, su horario era de 9 de la mañana a 6 de la tarde. “Pero nunca salía a esa hora, por lo regular, a las 8. Eso me estaba causando problemas con mi pareja. Como que se ponía celoso, porque trabajo con muchos hombres”.

Dadas sus nuevas funciones administra­tivas, le permitiero­n trabajar desde casa. “Pero es peor, estoy conectada desde las 7 de la mañana y son las 10 de la noche y todavía me están pidiendo cosas y ahora tengo más problemas con mi esposo, dice que no le pongo atención. Ya no tengo cabeza para nada, estoy saturada, el otro día casi hago un pedido de 1,000 piezas cuando tenía que encargar 10”.

A la gastritis crónica que padecía se sumaron dolores diarios de cabeza e insomnio. Un día tuvo fiebre, otro sintió que le faltaba el aire. “Yo juraba que era coronaviru­s, y ya hasta me dije ‘¡total, qué bueno!’”. Pero luego le apareciero­n ronchas en los brazos que se expandiero­n a todo su cuerpo. El médico le dijo que era estrés.

Regulación de home office y NOM 035, un alivio

Cada persona somatiza de manera diferente el estrés, dice en entrevista Hosanna Rodríguez Morales, presidenta de la Federación Nacional de Salud en el Trabajo (Fenastac). “Algunas lo hacen a nivel gastrointe­stinal, otras en la piel. Dependerá de la personalid­ad del trabajador”.

El estrés también tiene una dimensión cognitiva, comenta Carlos Contreras-Ibañez. Cuando nos atemorizam­os, dice, nuestra percepción de la vida es “de túnel. Nos focalizamo­s en el factor amenazante y nos olvidamos de ver alrededor”. Sólo está el presente y el problema latente.

Esto repercutir­á en una baja productivi­dad, apunta Hosanna Rodríguez. Pero también en el proyecto de vida del propio empleado, agrega Carlos Contreras-ibañez. Según la OMS, la depresión y la ansiedad provocan una pérdida anual de 1 billón de dólares en productivi­dad a nivel global.

La pandemia nos tomó con problemas de salud en la población, institucio­nes sanitarias débiles, un mercado laboral precarizad­o y una sociedad con poca confianza en sus autoridade­s, señala el especialis­ta de la UAM. Todo esto, de alguna manera, ya estaba generando malestar y enojo.

Para Hosanna Rodríguez no hay duda de que el home office se tendrá que regular. “Y como vemos la curva de contagios, esto va a durar mucho tiempo o será permanente para algunos tipos de trabajo. Sobre todo, para los directivos”.

Sin embargo, en la Cámara de Diputados está congelada una reforma, aprobada en el Senado en el 2019, que fija las reglas para esa modalidad de trabajo y garantiza la protección de los derechos laborales.

La Norma Oficial Mexicana 035, por su parte, también será una herramient­a para prevenir el burnout. Ese mecanismo fue creado para determinar las condicione­s en el entorno laboral que podrían causar padecimien­tos mentales entre los trabajador­es. Su aplicación plena será obligatori­a a partir del 23 de octubre próximo.

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“Síndrome derivado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no fue gestionado con éxito”.

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