El escritor y su detective
Elemental. No hay nada más engañoso que un hecho evidente. Y bien se sabe que toda circunstancia puede apuntar directamente a una cosa, pero también cambiar en su contrario, de manera igualmente inflexible, cambiando el punto de vista. Con un poco de deducción. Ejercicios mentales, lector querido: ¿quién inventó a quién? ¿Sherlock Holmes a Conan Doyle o viceversa?
Sherlock Holmes nació el 6 de enero de 1854. Su padre, según consta en la genealogía de su familia, era un hacendado inglés y su madre descendía de una estirpe de pintores franceses. Desde joven fue un experto apicultor, practicante de boxeador, y con gran conocimiento científico, especialmente en cuanto a los misterios de la química. Poseía una mente que oscilaba entre periodos de exaltación imperiosa y extrema languidez de la cual solamente despertaba con una solución de cocaína al 7% o con un poco de codeína que le estabilizaba el espíritu y encendía su mente prodigiosa. (No se abrume ni se agobie, lector querido que la cosa no pasó a mayores: se sabe que abandonó tal costumbre gracias a la insistencia de su compañero y socio Watson). Sin embargo, su virtud más relevante estaba muy lejos del vicio y los negocios: trabajaba en entrenar la mente y afilar su inteligencia. Por ello, puede decirse que Sherlock Holmes fue insuperable en su oficio: el mejor detective de todo el Reino Unido y el único personaje de la época capaz de averiguar, descubrir y resolver desde los más sencillos casos hasta los crímenes más horrendos.