Dos alegres compadres
Ala mejor usanza de una película de los años cuarenta, dos compadres se encuentran en una cantina y alardean sobre su amistad y sus conquistas, y comentan las penas que comparten. López Obrador invitó la semana pasada al presidente de Argentina, Alberto Fernández, a una visita oficial a nuestro país.
Fernández, otro gobernante populista en la América Latina de hoy, tiene mucho en común con nuestro presidente. Ambos tienen visiones estatistas, promueven un nacionalismo ramplón, culpan a gobiernos pasados, reniegan del neoliberalismo, los dos se enfrentan con la iniciativa privada, se quejan del trato de los medios, manifiestan su desagrado sobre Estados Unidos y a pesar de que ambos fueron electos democráticamente, tienen visiones antidemocráticas. Una gran diferencia: Fernández arribó a Palacio Nacional con cubrebocas.
Para presumirle al compadre de cómo manipula la agenda diaria, cómo hace propaganda velada y cómo reafirma su poder unipersonal repartiendo loas y regaños, qué mejor que invitarlo a la mañanera. El compadre Alberto traía bien aprendido su script: desbordarse en empalagosos elogios hacia su anfitrión, y como si entonara un tango melodramático (todos los tangos lo son) apretó la voz y el semblante para decirnos a los mexicanos: “Por fin tienen el presidente que se merecen, es el más honesto que ha tenido México en mucho tiempo”. Y el aludido ponía cara de falsa modestia pensando “gracias compadre por decirle a los conservadores que no saben la joya que tienen como presidente”.
Siguiente tema del guion para motivar la compasión en su compadre: las quejas sobre cómo la prensa lo ataca porque no están de acuerdo en que erradique la corrupción y desean regresar al periodo neoliberal. Fernández lo secundó en la queja, señalando que los medios de su país denunciaron injustamente que muchos funcionarios, incluido él mismo, se habían aplicado la vacuna. También coincidieron en una campaña maliciosa hacia ellos por parte de la prensa internacional. Todos son medios corruptos que se oponen a las transformaciones de sus mesiánicos líderes.
Luego vinieron las alabanzas mutuas de haber salvado al hermano Evo, al haberle brindado ambos países asilo en su periplo de fuga. Después López Obrador arremetió contra la ONU de estar favoreciendo el acaparamiento de las vacunas por parte de países ricos y olvidándose de lo pobres. “La ONU es un florero, no hace nada”, insultó. Presto, como buenos populistas, sintiéndose próceres salvadores, los dos compadres se comprometieron a trabajar juntos para hacer llegar vacunas a todas las naciones latinoamericanas. Todo fue un cuidadoso montaje sobre fundamentos demagógicos. Fernández se lleva la idea de hacer mañaneras en la Casa Rosada.
¿Por qué este gobierno se empeña internacionalmente en estar en el club de perdedores? Ahí, ¿con Argentina, Bolivia, Venezuela, Cuba, El Salvador? ¿No se puede sacudir su complejo de inferioridad? Claro, es más cómodo andar entre perdedores, darse cuerda y lamerse mutuamente las heridas. Reitero: tenemos un gobernante al que le faltó mundo.
ESCAPISTA.
Un ciudadano burló la vigilancia en Palacio Nacional y llegó hasta la conferencia mañanera del presidente López Obrador cuando el titular de la Profeco, Ricardo Sheffield, daba su informe de los precios al consumidor de los combustibles, el joven, de nombre José Luis, con una sudadera oscura, pantalón de mezclilla y pelo corto, se acercó al Ejecutivo a quien le explicó su problema familiar que enfrenta luego de salir de la cárcel.
MALABARISTA.
El político Diego Fernández de Cevallos, mejor conocido como el “Jefe Diego” estrenó redes sociales. El político de 80 años de edad explicó a través de un video que abrió sus cuentas con el fin de convencer a los jóvenes de que tienen en sus manos su destino y el del país. “Por esa juventud he tomado una decisión, nada fácil, a los 80 años de mi vida. Entrar en estas fantásticas y desconocidas para mí, las redes sociales”, señaló.
LEÓN.
Morena condenó “los actos de vandalismo” cometidos en sus instalaciones en la CDMX y le pidió a la Fiscalía capitalina “hacer lo correspondiente para que se tomen acciones penales” contra quienes cometieron dichos actos. El partido denunció que la noche del 26 de febrero “se registró una pelea entre un grupo de personas que aventaron palos y piedras en la entrada de las oficinas de Morena donde amontonaron sillas, mesas y muebles, a los que les prendieron fuego”.