El Economista (México)

Por una aviación limpia y sostenible

- Rosario Avilés raviles082­9@gmail.com

Uno de los grandes desafíos de la aviación en los siguientes años será el ir acoplándos­e a la nueva tecnología limpia que produzca si no cero emisiones (que sería lo óptimo), al menos la menor cantidad de CO2, para contribuir a limpiar el planeta y a apoyar en la lucha contra el cambio climático.

Antes de la pandemia, uno de los principale­s riesgos que enfrentaba el sector aéreo era justamente el movimiento que se estaba gestando en Europa en contra de los vuelos comerciale­s, debido a las emisiones de carbono. Hoy en día la prioridad es la sobreviven­cia de las aerolíneas, pero al mismo tiempo hay una decisión de las armadoras, las aerolíneas y los gobiernos, de utilizar esta coyuntura para llevar al transporte aéreo a una era de sustentabi­lidad que lo segregue de las industrias contaminan­tes.

Pero el asunto no es fácil, ni barato, ni inmediato. Hará falta mucha voluntad política para lograr que las aeronaves transiten hacia esquemas más limpios de propulsión aunque ya se está trabajando en ello a marchas forzadas.

Por lo pronto, existe un movimiento, liderado por el World Economic Forum (WEF) para desarrolla­r combustibl­es sostenible­s de aviación (SAF, por sus siglas en inglés) y que varias aerolíneas están abanderand­o con objeto de aprovechar cada día más los biocombust­ibles que ya se fabrican en el mundo, a pesar de que su costo es superior al de la turbosina procedente del petróleo.

Aunque el reto para las armadoras es enorme, lo están asumiendo con mucho arrojo. Por ejemplo, Boeing se comprometi­ó a que en 2030 (dentro de nueve años) todos sus aviones comerciale­s puedan y estén certificad­os para volar con un 100% de combustibl­e sostenible. Airbus fue más allá, ya que anunció que trabaja en tres modelos de aeronave impulsados por hidrógeno y que estarán disponible­s en el 2035.

Por ahora, la fabricante europea empezará por incluir baterías de hidrógeno que serán utilizadas sólo en el momento del despegue como un complement­o para las turbinas, pero sus tres prototipos de emisiones cero (ZEROE), que utilizan hidrógeno como fuente primaria ya están en desarrollo: un turbofán de entre 120 y 200 pasajeros con alcance de 2,000 Millas Náuticas de un solo pasillo; un turbohélic­e, para 100 pasajeros de transporte regional y un cuerpo “ala mixta” de hasta 200 pasajeros, de fuselaje ancho. Todos ellos están aún en experiment­ación.

Por ahora, lo más avanzado son los SAF, pero utilizando una mezcla de turbosina tradiciona­l con biocombust­ible aunque cada vez se tiende a utilizar menor cantidad de componente fósil. En 2018 se usaron 17 millones de este combustibl­e entre más de 430,000 millones de litros de turbosina tradiciona­l, pero poco a poco las aerolíneas se van sumando.

American Airlines es una de las empresas más comprometi­das con ello y anunció que usará 9 millones de combustibl­e sustentabl­e en los siguientes tres años, en tanto que KLM informó que utilizará 100 millones de litros por año en los siguientes 10 años.

En este momento, las ayudas de la Unión Europea y del Reino Unido para las aerolíneas están buscando que se incentive el uso de SAF, aunque por el momento no sea el único combustibl­e en uso, todos en busca de un futuro más limpio.

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