De gota en gota, la confianza se agota
En los momentos difíciles, como los que hemos vivido en el último año agravados principalmente por la pandemia, el apoyo de nuestro entorno se valora más. Con mayor claridad advertimos la importancia de hacer equipo. Nos damos cuenta que nos necesitamos. La solidaridad y la confianza tanto en personas como en instituciones se requiere más que nunca. Sin embargo, lejos de crecer, la confianza de los mexicanos registró en el 2020 una caída, en mi opinión muy significativa, de tres puntos.
Por el Barómetro de la agencia Edelman —el cual ha monitoreado durante 21 años los niveles de confianza de la población de más de 20 países— sabemos que México se situó en 59 de 100 puntos; una calificación que es evaluada como de neutralidad: ni confiamos ni desconfiamos del todo. Complicado escenario de asideros que se perciben poco sólidos, que no sabes ni a quien irle, pues.
En buena medida influidos por la pandemia global de información, también llamada infodemia, ha disminuido la confianza en el gobierno, medios de comunicación y organismos no gubernamentales. Como fuente de información, son las redes sociales las que se perciben menos fiables.
Es tal el bombardeo de información y muchas de esas notas equivocadas, por ignorancia o con plena alevosía, que no sabes a quién creerle. Echamos de menos profesionalismo y seriedad. Las vocerías chistosas, humorísticas, de comentarios fáciles, sirven para entretener, pero no es lo que los mexicanos manifiestan buscar en momentos realmente difíciles. Curiosamente, son las empresas las que se han consolidado y a las que más se les percibe en este momento como competentes y éticas.
Edelman nos dice que la caída de la confianza se entiende, entre otras causas, por la incertidumbre vivida durante un año lleno de transformaciones aceleradas. ¿Y cómo no? De pronto empezamos a escuchar “use cubrebocas”, “quédese en casa, no salga”, “teletrabajo”, “más contagios”, “cierre de fronteras”, “se desploma la economía” y cien inauditos titulares más.
Por otro lado, las circunstancias han llevado a un reajuste en las prioridades sociales: temas que antes nos importaban más pasaron a segundo plano y otros temas se revalorizaron.
En el concierto de las incertidumbres de los mexicanos, la posibilidad de perder el trabajo es hoy la preocupación generalizada, incluso por encima del contagio de Covid-19. Más de la mitad de los encuestados señalaron que, como consecuencia de la pandemia, hubo una reducción de las horas laborales o se eliminaron plazas en sus centros de trabajo.
Así como sucede con el trabajo, la pandemia nos ha llevado a replantearnos cuestiones personales muy profundas, pero también ha habido un reajuste en las preocupaciones sociales. En el 2020 aumentó la urgencia de abordar problemas básicos: los temas que hoy vemos como determinantes en el país son mejorar el sistema de salud, el sistema educativo, abordar el cambio climático y encarar la pobreza. También se revalorizó la centralidad de proteger las libertades individuales, enfrentar la discriminación y el racismo, disminuir la brecha económica y social así como encontrar formas de combatir noticias falsas.
El escenario lo deja claro: hay una crisis de confianza, principalmente en los liderazgos sociales. Difícil confiar, y todavía más, saber en quién confiar.
Ahora que muchos andan en campaña, conviene tenerlo en cuenta: se lidera con hechos. “Actúa primero, habla después”, también nos lo recuerda Edelman.