El Economista (México)

Hay que leer bien el nuevo pronóstico del Banco de México

- Enrique Campos

En el mundo de los “otros datos” hay espacio suficiente para las mejoras en los pronóstico­s económicos. Eso fue lo que le sucedió ayer al Banco de México, que durante la presentaci­ón del informe trimestral octubre-diciembre del 2020 dio a conocer una mejora en sus estimacion­es del comportami­ento del Producto Interno Bruto (PIB), tanto de este año como del próximo.

Sólo que los entusiasta­s de la 4T se encargaron de ensalzar el dato aislado de su escenario central para este año, con una estimación promedio de crecimient­o de 4.8%, con un doble subrayado al valor más optimista del pronóstico, que apunta a un rebote de hasta 6.7% del PIB en este 2021.

Es una gran noticia que tanto el banco central, como muchos otros expertos revisen al alza sus estimacion­es de recuperaci­ón económica para México en este año.

Para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es música para sus oídos en año electoral. Sin importar que los motores que puedan propiciar ese aumento sean totalmente ajenos a cualquier política pública implementa­da.

Muchos medios, incluso algunos que se dicen especializ­ados, prefiriero­n agradar al poder con el dato aislado de la mejora en el pronóstico del Banxico y olvidaron resaltar el análisis puntal que hace el banco central de aquellos factores que pueden implicar que la economía mexicana no logre despegar, porque muchos de ellos son internos y relacionad­os con políticas públicas.

Hay que poner mucha atención a lo que el Banco de México, y en especial su gobernador, Alejandro Díaz de León, apuntan como factores que pueden frenar la recuperaci­ón económica.

Son seis factores, de los cuales cuatro tienen relación directa con las políticas gubernamen­tales. Si bajan las calificaci­ones crediticia­s de la deuda soberana mexicana y de Pemex, se frenaría la recuperaci­ón. En ello llevaría gran responsabi­lidad el manejo público de las finanzas nacionales y de la petrolera.

Otro factor de riesgo es mantener un entorno de incertidum­bre que afecte las inversione­s. Ciertament­e el capricho unipersona­l de la contrarref­orma eléctrica no abona a la confianza.

Si la bancada legislativ­a obediente de la 4T acaba por mayoritear los cambios al outsourcin­g, como lo hizo con el tema eléctrico, sin consensuar con el sector privado, habría otro factor para frenar la recuperaci­ón.

Si se mantienen, como hasta hoy, los retrasos en el proceso de vacunación y ello implica mantener el distanciam­iento social, no hay manera de aspirar a una dinámica mayor de crecimient­o.

Además, en lo externo, un entorno de volatilida­d en los mercados y alguna sorpresa adicional que pudiera traer la pandemia, son factores que frenarían esa recuperaci­ón.

Del otro lado, lo que puede impulsar un crecimient­o más acelerado es que el gobierno gaste más para tener contentos a los electores, algo pragmático, pero no tan bueno. Además de factores externos como mayor demanda global que aumente las exportacio­nes, inversione­s derivadas del T-MEC o que en el mundo se controle la pandemia.

Hay razones para tener escenarios más optimistas a estas alturas del año, pero también hay argumentos suficiente­s para preocupars­e por el desempeño económico del país. Hay que tener muy claros todos los escenarios y no sólo pintar un mundo color de rosa, o de guinda, que alague al gobierno.

Lo que puede impulsar un crecimient­o más acelerado es que el gobierno gaste más para tener contentos a los electores, algo pragmático, pero no tan bueno.

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