El Economista (México)

PIB y mujeres; el costo de no tener guarderías

- Luis Miguel González

Fátima Masse tiene una propuesta concreta para incrementa­r la participac­ión económica de las mujeres en México: crear un sistema universal de cuidados infantiles, gratuito y de calidad. Retomar lo que funcionaba del sistema de guarderías que desapareci­ó en 2019, corregir lo que no funcionaba y ampliarlo hasta llegar a atender a las mujeres que trabajan en la informalid­ad, ellas son 57% del total.

¿Quién es Fátima Masse y por qué importa lo que dice? Ella es la directora de Sociedad Incluyente del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad y está enfocada en recopilar y analizar informació­n sobre la participac­ión de las mujeres en la economía. El IMCO acaba de publicar un estudio donde explica que incorporar a 8.2 millones de mujeres al mercado laboral permitiría incrementa­r el PIB de México en 15%, dice el trabajo. Ellas representa­n un potencial no realizado, pero también son evidencia de lo mal que funciona nuestro sistema económico, es injusto e irracional. Somos un país en vías de desarrollo que se da el lujo de desaprovec­har algo que vale 3.5 billones de pesos: la energía, el talento y las ideas de más de 8 millones de personas. Pertenecen a todas las clases sociales; están en todas las regiones y podrían hacer todas las actividade­s. En promedio, cada una de ellas sumaría 122,000 pesos al año a la riqueza nacional, según estima Valeria Moy, la directora general del IMCO.

Está claro que incorporar a las mujeres podría llevar a la economía mexicana a otro nivel, pero no hay muchas ideas concretas acerca de cómo hacerlo. Por eso vale la pena tomar en serio lo del sistema universal de cuidados infantiles. Es una medida que tendría un impacto significat­ivo para reducir el número de hogares que están por debajo de la línea de pobreza, de acuerdo con un trabajo del FMI que se publicó esta semana. Ese paper contiene recomendac­iones generales, no está dedicado al caso mexicano, aunque sí arroja luz sobre las mejores prácticas posibles. Hay un trabajo reciente que se enfoca en nuestra situación, lo hizo ONU Mujeres México, en colaboraci­ón con la Cepal. Deja claro que implementa­r un sistema universal de cuidados infantiles no sería barato, tendría un costo aproximado a 1.16% del PIB. Sería muy rentable, porque generaría un incremento de 1.77% del PIB y un aumento del empleo de 3.77 por ciento. Requeriría un periodo de implementa­ción de cinco años.

Tener un sistema de guarderías no sería suficiente para eliminar todas las barreras de entrada al mundo laboral de las mujeres, pero sería un gran paso en la dirección correcta. Se puede complement­ar con otras medidas que no necesariam­ente están en la cancha del Gobierno. Impulsar que las mujeres estudien más carreras de ciencias e ingeniería­s, donde hay mejores sueldos, por ejemplo.

¿Cuántas empresas hacen auditorias salariales con perspectiv­a de género? La brecha salarial promedio es de 15% en México y se ha reducido, pero no tanto como debería. Las empresas pueden y deben hacer más, por ejemplo en materia de flexibilid­ad horaria, sin sacrificar resultados ni productivi­dad. En otros países hay colaboraci­ón público-privada para facilitar la reincorpor­ación de mujeres que salieron del mercado laboral y quieren regresar a trabajar.

La participac­ión económica de las mujeres en México era de 45% y retrocedió por la pandemia a 41%, el nivel que tenía en el 2005. Cabe hacer notar que el ritmo de avance era muy lento, son cuatro puntos porcentual­es en 15 años. El promedio de la OCDE está en torno al 56 por ciento. Al ritmo en el que íbamos, necesitarí­amos medio siglo para alcanzar a nuestros amigos de la OCDE. Íbamos muy lentos y llegó la pandemia. Afectó más a las mujeres porque ellas tenían una presencia predominan­te en las actividade­s que fueron más afectadas por el virus: hotelería, restaurant­es y cuidados personales. Mención aparte merecen las trabajador­as domésticas. Eran 2.5 millones laborando a principios del año pasado. No tenemos estadístic­as de calidad para saber cuántas regresaron a trabajar, pero podemos suponer que más de 1 millón de trabajador­as domésticas perdieron el empleo. Tenemos que hacer algo, porque estamos desaprovec­hando este bono demográfic­o. No sé si sea color rosa o color de hormiga.

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