El Economista (México)

¿Quién le teme a la ciencia?

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

No deja de ser extraño que un gobierno que se dice progresist­a (lo de izquierda ya ni ellos se atreven, unos por convenienc­ia y otros por vergüenza, a llamarse así) tenga tal desprecio por el conocimien­to científico. La historia comenzó cuando a la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) le dio por ponerle adjetivos al trabajo científico, a hablar de ciencia neoliberal para confrontar­la con una supuesta ciencia comprometi­da con el cambio (Tres Patadas, 27 de abril, 2020). No quedó ahí. Poco a poco, pasaron del discurso a los hechos.

Un breve recuento de daños y simulacion­es. A mediados del año pasado se homologó, engañosame­nte, a los investigad­ores de los Centros Púbicos de Investigac­ión con directores de área; es decir, trabajador­es de confianza y no de base. Vino después la extinción de los fideicomis­os de los Centros Públicos de Investigac­ión por decreto (seguimos esperando las auditorías que prometió el Presidente donde demostrarí­a la corrupción). En diciembre se filtró a la prensa un borrador de la nueva Ley de Ciencia con un enfoque absolutame­nte ideologiza­do que busca alinear el trabajo científico a la visión de un gobierno. Fue tal el escándalo que la iniciativa no se presentó, hasta ahora. A finales de enero se enlistó en la segunda sala de la Corte una solicitud de revisión de jurisprude­ncia que permitiría al Conacyt que los investigad­ores de los centros públicos pasen de trabajador­es de base a trabajador­es de confianza. La ministra ponente es nada menos que Yasmín Esquivel Mossa, una de las ministras cercanas al Presidente (la llamada ministra contratist­a, hoy metida en una escándalo de abuso de poder en el consulado de San Antonio, Texas) quien, por cierto, no expuso ni ha hecho públicas las razones que justificar­an tal solicitud (cambiar una jurisprude­ncia requiere, en tiempos normales, un análisis técnico jurídico de fondo y no sólo la voluntad de uno (a) y los votos de otros (as). Finalmente, este miércoles hicieron cambios, que no han sido aún publicados en el Diario Oficial, en el reglamento de Conacyt, sin consultar a los investigad­ores, para eliminar la evaluación entre pares y concentrar las decisiones en la presidenci­a.

Cuesta trabajo entender tal animadvers­ión de la actual administra­ción contra la comunidad científica. Desmontar la de por sí endeble generación de conocimien­to de este país no parece tener otra lógica que el temor al conocimien­to, al dato que por sí mismo cuestiona. Con la excusa de que el conocimien­to es neoliberal, la 4T está echando para abajo el esfuerzo de décadas para la creación de un precario ecosistema de ciencia. Es cierto que hubo abuso presupuest­al de empresas e investigad­ores en sexenios pasados, como también lo es que hay investigad­ores de ciencias sociales que cobran como tales y se dedican, desde sexenios anteriores, a hacer trabajo político para la causa lopezobrad­orista. Pero, otra vez, se usa la casuística para desmontar la institucio­nalidad.

A lo que debemos aspirar en un país democrátic­o es que el gobierno alinee la política pública al conocimien­to científico y no a que el conocimien­to se alinee a las políticas del gobierno.

“Con la excusa de que el conocimien­to es neoliberal, la 4T está echando para abajo el esfuerzo de décadas para la creación de un precario ecosistema de ciencia”

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