El Economista (México)

Robert Mundell 1932-2021

- Federico Rubli Kaiser

La semana pasada falleció el profesor Robert Mundell a los 88 años. No es posible concebir la teoría monetaria internacio­nal sin sus contribuci­ones que le valieron el premio Nobel de Economía en 1999. Entre sus aportacion­es se cuenta el desarrollo del marco para analizar la efectivida­d de las políticas fiscal y monetaria bajo esquemas de tipo de cambio fijo y flexible y con diferentes grados de movilidad internacio­nal del capital. Fue un marco desarrolla­do en la tradición keynesiana del análisis IS-LM ampliado a una economía abierta. Otra contribuci­ón del profesor fue la teoría de las áreas monetarias óptimas que años después influyó en la conceptual­ización del euro y de un banco central regional. Finalmente fue un estudioso del sistema monetario internacio­nal proponiend­o varias reformas. En 1974 fue nombrado profesor en la Universida­d de Columbia, a la cual permaneció asociado hasta su muerte.

Más que repasar sus contribuci­ones al avance de las teorías de la economía internacio­nal, quisiera compartir algunas anécdotas de cuando lo conocí como un joven estudiante de posgrado hace ya más de 40 años.

De personalid­ad excéntrica y afable, las clases de Mundell no estaban estructura­das alrededor de los textos de una lista o de sus libros, ni llenaba el pizarrón con ecuaciones de sus modelos. Eso lo teníamos que estudiar por nuestra cuenta. Sus clases eran conferenci­as que estimulaba­n el pensamient­o. En una ocasión la clase versó sobre el significad­o del dinero. Decía Mundell: “el dinero es un convencion­alismo social como el lenguaje, pero su valor depende de su estabilida­d y predictibi­lidad”.

Siempre estaba dispuesto a conversar. En una ocasión en 1979 en su oficina, discutimos sobre el boom petrolero de México. Dijo que podría ser una desgracia para el país porque con el colateral petrolero todos los bancos querrían prestarle a México y en esa seducción el gobierno se sobre endeudaría, vendría un gran déficit fiscal y una crisis. También decía que la libre flotación de ese entonces (luego abandonada) era una buena oportunida­d que le daría más margen al banco central para una política monetaria autónoma. Conoció a Fernández Hurtado como director general del Banco de México a quien respetaba mucho. El Banco lo contrató por esos años para elaborar un estudio sobre el futuro del sistema monetario internacio­nal.

Era culto, conocedor de vinos y aficionado a la ópera. Nos invitaba como estudiante­s a tertulias en su departamen­to de la calle Claremont 25 (en el campus), donde además de discutir sobre economía, nos convidaba a degustar un vino y a escuchar atentos una ópera. Años más adelante le dio por la pintura, algunas de sus obras se llegaron a cotizar bien. Adquirió un palacio en Santa Colomba, en Siena, que reconstruy­ó básicament­e con el cheque del Premio Nobel. Ahí falleció. En ese palacio organizaba sus famosos seminarios con académicos y banqueros centrales. Mundell deja una huella profunda en el pensamient­o de la macroecono­mía abierta. Fue, simplement­e, una mente brillante. QEPD.

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