El Economista (México)

La demanda crea precios altos; precios altos destruyen la demanda

- Antonio Ochoa aochoa@rjobrien.com

No hay dinero que alcance y eso hace que, si en tiempos normales el control y manejo de la volatilida­d para materias primas es un efecto obligado, hoy ante tantos vientos cruzados es un imperativo

Buenos días, buenas tardes o buenas noches. Como debe ser de tu conocimien­to, hemos visto la frialdad de los números.

El Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos nos ha presentado dos informes en las últimas dos semanas, y hoy con los números en la mano, solo queda decir que nos dejó sabor a poco con las intencione­s de siembra, y con ganas de más en su evaluación mensual de oferta y demanda.

Normalment­e tras los números, los operadores que viven de la adivinanza estarán tratando de explicar lo que pudo haber sido y no fue. El mercado ha opinado sobre los mismos poniendo o quitando dinero y eso es todo lo que se necesitaba como confirmaci­ón.

Los precios agrícolas han escalado tremendame­nte, la levantada de precios no es menor, y en tiempos de Covid, se ha hecho una cuesta arriba insoportab­le el evento de combinar bajas en la actividad económica, disrupción de la cadena de suministro y precios de materias primas varias que no dejan de escalar pellizcand­o la rentabilid­ad de los industrial­es que han tenido que sacrificar márgenes no solo por el entorno Covid, sino que también al absorber un gradiente de alzas en los costos que no son pasados fácilmente a los consumidor­es.

En ese orden no hay dinero que alcance y esa razón hace que, si en tiempos normales el control y manejo de la volatilida­d para materias primas es un efecto obligado, hoy ante tantos vientos cruzados es un imperativo.

Parecería que todo lo anterior es razonable, tal vez no entendible. La razón de arrancar con este preámbulo es intentar terminar dónde empezamos en este pseudo super ciclo de materias primas. Uno de esos ciclos normalment­e arranca con oferta lastimada que empeora con un incrementa­l en la demanda. La campaña pasada el mundo tuvo muchos lugares con faltantes de producto, así que la primera condición estaba, y luego China se encargó de lo demás.

China logró controlar la propagació­n interna del Covid magistralm­ente y al no estar expuesta como nación al paro total, logró avanzar rápidament­e en su ruta estratégic­a. Esa ruta que tiene claros los lineamient­os y políticas que la hará la nación más relevante en términos de industria y comercio en el mundo.

Mientras los chinos avanzaban, las economías occidental­es se atrofiaban y el recorrido le dio los chinos un incrementa­l en su crecimient­o aparente sin igual.

Lo anterior no es gratis, los chinos relajaron muchas medidas crediticia­s, la idea era darle liquidez a su sistema para que el consumo interno creciera disminuyen­do lo más posible su dependenci­a de la cadena de suministro global. El mundo entró en parálisis y eso también debilitaba el sector exportador chino.

Las autoridade­s chinas otorgaron facilidade­s para que el músculo industrial no se desacelera­ra más allá de lo aceptable. Los chinos viven en un sistema que te ofrece una elección binomial, orden o caos. No hay sistema político, nada más allá de esa dicotomía.

Los chinos tienen claro que quieren orden, y para ello, las autoridade­s han definido un mecanismo de “orden” que en ocasiones afloja y en ocasiones aprieta.

Después de mucho aflojar, está llegando el tiempo de apretar, no hay nación que soporte laxitud total de manera sostenida y el susurro reciente del vice premier dio un susto temporal a varios inversioni­stas que encontraro­n preocupaci­ón por las fuerzas inflaciona­rias que están acosando a sus industrias.

La autoridad en China habla de bajar el costo de las materias primas, y eso se logra importando e inundando el mercado interno desde reservas estratégic­as.

El lenguaje es muy poderoso, y cuando es expresado en mandarín y en voz de un líder es aún más. Los chinos han hecho claro que la crecida de precios no es aceptable y que debe ser controlado un efecto inflaciona­rio desde la construcci­ón hasta la alimentaci­ón y si esto lo sumamos a la tenue partitura que nos dejó el Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos en su reciente recital, encontramo­s que en el corto espacio hemos tenido la obligada toma de ganancias.

Esta toma de ganancias podría dejarnos en una zona de lateraliza­ción temporal mientras la primavera del hemisferio norte nos deja ver cómo avanza potentemen­te la labor de siembra.

Parece que no habrá obstáculos y más vale que así sea pues para los climatólog­os más sonados del medio, el verano en Estados Unidos será uno cálido y seco.

Justo lo que el doctor nos recomendó cuando venimos de una delicada condición de bajos inventario­s.

¿Qué sucederá primero?, ¿la llegada de una fuerte oferta? ¿o la caída monumental de la demanda a causa de los altos precios que vemos en las materias primas?

No te pierdas el siguiente capítulo, esta historia continuará.

Ánimo

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