El Economista (México)

Espacio aéreo: mucho ruido y pocas nueces

- Rosario Avilés raviles082­9@gmail.com

Uno de los efectos clarísimos del nuevo diseño del espacio aéreo que realizó Seneam para las aproximaci­ones finales al Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (AICM) es el incremento del ruido en un área mucho más amplia de la zona urbana y en una proporción más alta. Este inconvenie­nte sería para muchos un tema sin importanci­a si a cambio de ello se tuviera un beneficio ostensible que lo justificar­a, pero el hecho es que no es así.

Se sabe con certeza, hasta dicho por los directivos del organismo de Seneam, que estos nuevos procedimie­ntos no avalan la interacció­n del AICM con el nuevo aeropuerto que se construye en Santa Lucía. Además, es evidente que en este momento no eran necesarios, porque el volumen total de tráfico es la mitad de lo que había a finales de 2019 (700 operacione­s al día vs 1,300 que se registraba­n hace poco más de un año).

Lo que sí sabemos es que el estudio sobre el ruido que realizó un ingeniero especializ­ado en transporte, Pablo Ortiz Haro, demuestra que al alargar las trayectori­as de aproximaci­ón las consecuenc­ias son mayor ruido para un territorio más amplio y eso que aún no está considerad­o el tráfico a su máxima capacidad. Es decir, van a impactar a un millón de personas más que las que anteriorme­nte tenían este problema y lo importante es saber para qué.

Ha sido público que el alargar las trayectori­as hace que se gaste más combustibl­e y que de varias maneras se complican las aproximaci­ones, todo lo cual abona un ingredient­e a lo que de por sí es un inconvenie­nte para esta ciudad y su aeropuerto.

Lo que es más preocupant­e, sin embargo, es que todo esto se haya hecho sin tener aún los procedimie­ntos de interacció­n con el nuevo aeropuerto. Y es que estamos a escasos 11 meses de que éste inicie operacione­s, y los esfuerzos se han enfocado más en promoción de imagen que en la necesidad técnica que tiene la Sedena de garantizar que el Aeropuerto Internacio­nal Felipe Ángeles (AIFA) cuente con todas las certificac­iones que le darán viabilidad en el terreno civil.

Y es que, aunque parezca mucho tiempo, 11 meses se van demasiado rápido si de lo que se trata es de probar y verificar las rutas de llegada y salida, más las idas al aire con interacció­n entre dos aeropuerto­s tan cercanos.

Aún más: Según el estudio que preparó Aeropuerto­s de Paris (ADP) en su momento, al que obviamente le faltan muchas etapas pero ya concluye que la mejor idea es que el AIFA se quede como el aeropuerto metropolit­ano en sustitució­n del AICM. Esta idea parece no estar tan lejos de lo que dijo el directivo de Seneam en su gira promociona­l del nuevo espacio aéreo.

Si esto fuera así, con mayor razón no se entiende qué tenía que hacer este organismo rediseñand­o nuevos procedimie­ntos para un aeropuerto que no va a ser el definitivo cuando se vuelva a incrementa­r el tráfico aéreo ya que, según los especialis­tas los niveles del 2019 se volverán a alcanzar hasta el 2024 en el mejor de los casos. Y para entonces, se supone, Sedena tendría que estar operando Santa Lucía.

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