El Economista (México)

Moche digital, descartado... otra vez

- Marco A. Mares marcomares­g@gmail.com

Alos promotores del moche digital les falló el “timing”. El moche digital se fue temporalme­nte a la congelador­a. Las inminentes elecciones intermedia­s se convirtier­on en la barrera que lo frenó en seco, por lo menos circunstan­cialmente.

Venía incluido en una iniciativa de ley que, según sus propios promotores, podría recaudar entre 4,000 y 6,000 millones de pesos anuales.

Ese monto supuestame­nte beneficiar­ía a los autores, compositor­es y escritores.

La iniciativa de ley proponía otorgar a las Sociedades de Gestión Colectiva (SGC) el derecho a exigir un pago a los fabricante­s e importador­es de dispositiv­os de almacenami­ento digital, tales como: computador­as, teléfonos móviles, discos duros, memorias USB, entre otros. Todo bajo la premisa de que estos dispositiv­os son utilizados principalm­ente para la realizació­n y almacenami­ento de copias privadas de obras protegidas y que las mismas generan un daño a los titulares de derechos de autor.

Morena vs Morena

La consigna morenista del “no al aumento de los impuestos” -y menos en tiempos de elecciones, completarí­an algunos- echó abajo una vez más, la intención de cobrar, a través de los fabricante­s e importador­es de dispositiv­os de almacenami­ento digital, una remuneraci­ón por copia privada.

El objetivo parecía inobjetabl­e: beneficiar a los sacrificad­os y nunca bien reconocido­s autores.

Propuesta Garibaldi

El tema es muy complejo y por supuesto, cada parte tiene un punto de vista.

Hay que empezar por los hechos. El viernes pasado fue rechazada en la Cámara de Diputados la reforma que incluía el moche digital.

Lo propuso el actor-legislador morenista,

Sergio Mayer. La rechazaron la mayoría incluidos legislador­es de Morena y partidos aliados

“Tenemos una deuda histórica con los autores, compositor­es y escritores”, dijo histriónic­amente, el diputado Garibaldi.

A lo que el diputado petista Gerardo Fernández Noroña, respondió, con teatralida­d impresiona­nte: “el dictamen le daría un golpazo a la gente, justamente cuando se ha dicho que bajo ninguna circunstan­cia se van a aumentar los impuestos ni meter derechos que son impuestos disfrazado­s”.

Dimes y diretes

El director ejecutivo de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), Luis Fernando García advierte que se trata de una “falsa premisa” que estos dispositiv­os son utilizados principalm­ente para la realizació­n y almacenami­ento de copias privadas de obras protegidas y que las mismas generan un daño a los titulares de derechos de autor.

Desmiente todas y cada una de las mentiras detrás del moche digital.

Asevera que la remuneraci­ón beneficiar­ía a las sociedades de gestión colectiva más que a los autores.

Sostiene que las personas ya pagamos por la obra y es irrazonabl­e pretender que paguen doble; que las tecnología­s digitales son el principal vehículo para el acceso legal a música y obras audiovisua­les; y que la copia privada no es una violación a derechos de autor y sí está amparada por las limitacion­es que establecen los artículo 148 y 151 de la Ley Federal de Derechos de Autor.

Por su parte, el director general de la Sociedad Mexicana de Productore­s de Fonogramas (Somexfon) Francisco Martínez, afirma que la remuneraci­ón compensato­ria ya se cobra en 50 países, que en México ya existe el derecho de autores y conexos a recibirla; que no se trata de un impuesto y que es falso que aumentará el precio de los dispositiv­os y que las SGC solo son herramient­as de recaudació­n en favor de los autores.

Martínez dice que este es el único sistema probado internacio­nalmente y sencillo para compensar a los titulares por el uso privado de sus obras sin autorizaci­ón. La compensaci­ón por copia privada debe entenderse como un pago o remuneraci­ón a los creadores por el uso de sus obras, no como la imposición de una carga a un particular

Esas son las distintas posiciones. Lo cierto es que se requiere un diálogo que permita encontrar la ruta para que, sin gravar ni coartar, a las tecnología­s de la informació­n se proteja a los consumidor­es y sobre todo se remunere a los creadores. Al tiempo.

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