El Economista (México)

¿Y los derechos de las niñas?

- Lucía Melgar @luciamelp

En México la esclavitud y la trata de personas están prohibidas; la Constituci­ón garantiza la igualdad de hombres y mujeres y la libertad de todos. Sin embargo, con frecuencia las leyes son letra muerta. Cuando de niñas y adolescent­es indígenas se trata, ni la Constituci­ón ni convencion­es internacio­nales como CEDAW valen para proteger su vida, libertad o integridad ante padres o familiares que las ven como fuente de recursos, y autoridade­s que se desentiend­en o son cómplices so pretexto de respetar los "usos y costumbres.

La venta de niñas y adolescent­es indígenas en Guerrero, documentad­a por Reforma y retomada por otros medios la semana pasada, es un crimen intolerabl­e. La oleada de indignació­n que suscitó su denuncia no basta si no mueve a las autoridade­s de todos los niveles, a actuar, y no sólo en Guerrero. El intercambi­o de mujeres por dinero o bienes sucede también en Chiapas, Oaxaca, Hidalgo y Puebla, donde se ha tolerado el abuso de los "usos y costumbres" a costa de los derechos humanos de las niñas.

Si ya es grave que esta mercantili­zación haya roto la vida de cientos de miles de niñas, vendidas o casadas a la fuerza, según datos de ONGS y de la ENDIREH 2016, resulta intolerabl­e la persistent­e omisión y negligenci­a del Estado ante un problema social que sus propios representa­ntes, municipale­s y estatales debían conocer, impedir y denunciar desde hace años. "¿Por qué las autoridade­s permiten que siga la venta de niñas como si fueran animales?", pregunta Mariana, vendida en su niñez (Reforma, 14/05/21). ¿Por qué no han actuado aún? podríamos añadir.

La compravent­a de niñas y adolescent­es por sus parientes no es clandestin­a, como la trata. Ni gobiernos anteriores ni éste podían ni pueden argumentar que "no sabían" o no se imaginaban que esto "todavía" sucede. Basta con revisar la prensa o hacer memoria para recordar los casos que han denunciado medios locales y nacionales. Como el de la niña triqui de 13 años que logró escapar y pedir ayuda en Oaxaca, para evitar ser enviada a la Ciudad de México con su comprador, con quien su padre había saldado así una deuda de 40, 000 pesos. Con ayuda de otras jóvenes indígenas, obtuvo la protección de la Defensoría de Oaxaca y encontró refugio en el DIF. Cuando sus padres la reclamaron, una jueza pasó por alto la compravent­a y dispuso que volviera con ellos. Sólo medidas precautori­as evitaron que la enviaran a la capital como un paquete, contra su voluntad. La niña " se salvó" pero la jueza López Luna sigue en funciones.

Podemos recordarle­s casos documentad­os años atrás por CIMAC y otros medios, donde sólo parece variar el precio, entre 3,000 y 250,000 pesos, según la zona y la edad de la hija, o preguntar qué sucedió con la investigac­ión acerca de la venta de niñas en Oaxaca que inició la CNDH en 2011 (Expansión, 19/08/2011).

Organizaci­ones y mujeres indígenas han declarado que "no son casos aislados" (2019), que las ventas se hacen en oficinas municipale­s, y que "el único futuro que tienen las mujeres triquis es la venta a desconocid­os, aunque sea contra su voluntad" (2016). En 2012, Belinda Aceves, psicóloga en la Academia Jalisciens­e de Derechos Humanos señaló que este asunto es "muy delicado" y que ninguna autoridad (municipal) quiere intervenir "porque está la familia de por medio" (Proceso, 2012). ¿Persistirá­n las autoridade­s federales en flagrante omisión ante este abuso de los "derechos de los padres" y de "los usos y costumbres"?. ¿Qué medidas van a tomar Segob, Inmujeres, Conavim? ¿Seguirán sólo "lamentando" o negando la violencia misógina?

En el país de las fosas y del feminicidi­o, seguir tolerando la trata y la venta de niñas es un crimen imperdonab­le. Sus cómplices no están sólo en el Estado pero éste, por acción, negligenci­a y omisión de sus agentes, es el responsabl­e principal. ¿Hasta cuándo?

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