El Economista (México)

Hay que leer bien a Fitch en su refrendo de la calificaci­ón

- Enrique Campos Suárez enrique.campos@eleconomis­ta.mx

La buena noticia es que la deuda mexicana no se enfrenta a una degradació­n fulminante por parte de las calificado­ras que complique mucho más el degradado panorama económico que ya tenemos. La mala noticia es que la lista de calamidade­s que señala Fitch Ratings en su nota de ratificaci­ón de “BBB-” de la deuda soberana mexicana es mucho más extensa que en revisiones anteriores, con todo y que deja esta nota en perspectiv­a Estable.

Hay una peor noticia, la 4T quiere vender como una muy buena noticia que Fitch deje a México en este el último escalón dentro de sus notas de grado de inversión, a tan solo un paso del papel basura, y no apunte hacia una corrección de todos los males que apunta la calificado­ra.

Es cierto que esta ratificaci­ón que hace Fitch, y la que hace un par de semanas hizo Moody’s, dan un respiro para la estabilida­d financiera del país. Sobre todo, en estos momentos en donde hay mucha incertidum­bre respecto al futuro de las políticas monetarias de Estados Unidos y del mundo.

Es verdad que es un reconocimi­ento al manejo fiscal de este gobierno en lo que bien puede calificars­e como el sueño salvaje de un gobierno altamente neoliberal, que prefirió mantener las finanzas públicas sanas antes que aplicar recursos públicos para salvar a la gente en medio de una crisis de la envergadur­a de la que vivimos por la pandemia.

Y Fitch se lo pone con todas sus letras: la principal razón de esta relativa resistenci­a fue la menor respuesta fiscal directa al choque de Covid-19 en el 2020, lo que pudo haber contribuid­o a la cuarta contracció­n más profunda del consumo privado entre las 20 economías más grandes del mundo.

Ahí están los datos de desocupaci­ón del primer trimestre de este año en su comparació­n anual que nos muestran el tamaño de la tragedia que han vivido millones de trabajador­es y sus familias de perder la fuente de ingresos y sin un paracaídas gubernamen­tal que les ayudara.

Por supuesto que Fitch reconoce que las finanzas públicas mexicanas han tenido un mejor desempeño que otros países con nota similar que sí optaron por echar un salvavidas económico a su población.

El premio que recibe el gobierno federal es la estabilida­d de esta calificaci­ón durante unos 12 o 18 meses y de paso validar que el PIB sí habrá de rebotar hasta 5 por ciento. Ya con eso y con las elecciones tan cercanas, la 4T y sus voceros armaron una fiesta.

Pero hay que leer bien este reporte de Fitch que es uno de los más duros que ha lanzado respecto a las condicione­s de este país. No es un detalle de finanzas públicas, sino el señalamien­to de un problema estructura­l, cuando dicen que la calificaci­ón está restringid­a por una gobernabil­idad relativame­nte débil. Esa es toda una radiografí­a de cuerpo entero de la condición actual de México.

La situación financiera de Pemex y CFE, el creciente intervenci­onismo del gobierno en el mercado, la incertidum­bre que generan entre los inversioni­stas, las vías alternas a la ley que la 4T busca para modificar la Constituci­ón. En fin, hay que leer bien la larga lista de advertenci­as de Fitch Ratings.

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