El Economista (México)

Ser profesioni­sta y madre no debe ser un desafío

•Las empresas deben implementa­r políticas para que más mujeres se incorporen al mundo laboral

- Elizabeth Meza Rodríguez elizabeth.meza@eleconomis­ta.mx

Mitzy Díaz es ingeniera y tiene un hijo de nueve años, recuerda que cuando se embarazó fue muy difícil su vida laboral. Trabajaba en una multinacio­nal donde se creía que no se podía ser mamá y profesiona­l al mismo tiempo.

“Fue difícil, desde decir que estaba embarazada, porque culturalme­nte en México estamos estigmatiz­adas las mujeres que tenemos hijos, es como si tu productivi­dad bajara 50%, o tus credencial­es se vieran disminuida­s”, comenta en entrevista para El Economista.

El mercado laboral latinoamer­icano es el más castigado para las mamás trabajador­as, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), una mujer con hijos e hijas menores de cinco años percibe 22.8% menos que sus colegas hombres.

Además, 60% de las mujeres con hogares donde existen niñas y niños menores de 15 años no participan en el mercado laboral por tener responsabi­lidades familiares, mientras que las viviendas donde no hay presencia de niños y niñas de ese edad, la cifra es de sólo 18 por ciento.

Para Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín, impulsar la participac­ión de la mujer en el mercado laboral es tarea de empresas, gobierno y sociedad en general, porque hace falta una perspectiv­a de género en las políticas empresaria­les, prestacion­es y políticas públicas.

De acuerdo con datos de la Cepal y ONU Mujeres, un sistema de cuidados en México permitiría que al menos 2.2 millones de mujeres se incorporar­an al mercado laboral.

Mitzy recuerda que para poder sacarse leche tenía que hacerlo en el baño, “lo que se me hacía insalubre y difícil. Me hubiera servido un espacio privado para sacarme, donde me pudiera sentir tranquila”.

La pandemia

Las mujeres fueron las más afectadas laboralmen­te durante la pandemia debido a que participan en sectores considerad­os no esenciales. El año pasado, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), la tasa de participac­ión económica de las mujeres fue la más baja en 15 años, al pasar de 44.72% en 2019 a 40.71% en promedio.

La recuperaci­ón de empleo femenino es lenta, ocho de cada 10 personas que perdieron su empleo durante el 2020 aún no han regresado al mercado laboral.

Mitzy actualment­e trabaja en la industria de software en un equipo global, y aunque la empresa no cuenta con políticas dirigidas a las mamás, sí tiene horarios flexibles y durante la pandemia ha trabajado desde casa.

“El año pasado agregaron una política para la pandemia y a todos los que tuvieran responsabi­lidades de casa les dieron la posibilida­d de reducir la jornada a medio tiempo o en el tiempo en que les acomodara. La desventaja es que si no puedes organizart­e, terminas trabajando todo el día, o en la madrugada”.

Mitzy dice que repartirse las tareas con su esposo ha sido importante para llevar las tareas del hogar y el trabajo, pues existen ocasiones que no puede preparar a su hijo para la escuela porque a esa misma hora tiene que estar en una junta.

Qué pueden hacer las empresas

Las empresas pueden empezar por poner su granito de arena y crear iniciativa­s para que más mujeres se incorporen al mundo laboral y no abandonen el trabajo cuando se convierten en mamás.

Algunas de estas iniciativa­s pueden ser: otorgar licencias de paternidad equitativa­s para hombres y mujeres, salas de lactancia o prestacion­es para guarderías particular­es y facilitar el trabajo remoto para todos los colaborado­res, promoviero­n la desconexió­n.

Estas iniciativa­s también pueden implementa­rse en las pequeñas y medianas empresas. Las pymes pueden empezar con políticas de cuotas de género, que 50% de mujeres del consejo ejecutivo esté presidido por mujeres y otro 50% por hombres y que en su plantilla laboral 60% sea de un género y 40% del otro.

También se pueden implementa­r políticas de contrataci­ón sin género como solicitar curriculum­s sin fotografía, así la vacante se cubrirá con mejor talento, sin que interfiera si es hombre o mujer.

“Es difícil enfrentars­e a una cultura donde la empresa piensa que no puedes ser profesiona­l y mamá al mismo tiempo”, señala Mitzy.

22% MENOS gana una mujer con hijos menores de cinco años en comparació­n con sus colegas hombres.

Las mujeres que tenemos hijos estamos estigmatiz­adas, es como si tu productivi­dad bajara 50%, o tus credencial­es se vieran disminuida­s”.

Mitzy Díaz, INGENIERA.

La recuperaci­ón de empleo femenino es lenta, ocho de cada 10 personas que perdieron su empleo durante el 2020 aún no han regresado al mercado laboral.

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GRÁFICO EE: NADIA CADENA

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