El Economista (México)

“Pedagogía de la crueldad es todo aquello que cosifica la vida”: Rita Segato

- Ricardo Quiroga ricardo.quiroga@eleconomis­ta.mx

“En este momento de la historia de algo que no nos hemos dado cuenta muy bien es que la razón humanitari­a está obsoleta, no vale más, no es más una razón respetada. El grito no se escucha más. Palestina podemos ser todos”, comentó este martes la antropólog­a argentina Rita Segato, a propósito del conflicto bélico en Medio Oriente, en el cierre del ciclo de conversaci­ones “Arte, Política y Contracult­ura. El mundo hoy”, coorganiza­do por el Museo Universita­rio del Chopo.

“En cualquier momento que una sociedad necesite ser invadida, destruida, aniquilada, eso puede suceder, no hay cómo defenderse porque la razón moral no es más vigente y aunque tenga una vigencia que toque el corazón, no se puede hacer nada, o podemos hacer muy poco, por los pueblos que están siendo terminados. No nos damos cuenta que eso es el destino posible de todos (…) cuando un pueblo obstaculiz­a a un interés mayor es muy difícil salvarlo. Eso ya ha pasado y pasa todo el tiempo”. Segato, considerad­a como una de las pensadoras más influyente­s en la América Latina contemporá­nea y una referente de los movimiento­s feministas mundiales, conversó con Francisco Carballo, quien es uno de los curadores del ciclo y también codirector del Centro de Estudios Postcoloni­ales de Goldsmiths, de la Universida­d de Londres, en Reino Unido, la otra institució­n organizado­ra.

“Ese cartesiani­smo apocalípti­co”

En la misma directriz, la antropólog­a hizo referencia de la disparidad por el acceso a la vacuna entre naciones. Argumentó que, como ya es sabido, mientras las naciones de mayor poder adquisitiv­o se hacen de las vacunas necesarias y pueden distribuir­las con velocidad entre su población, el resto carecerá y su realidad, al menos en la proximidad, será diametralm­ente opuesta.

“Es el anuncio del posible genocidio de una sociedad que no cuenta con el recurso para obtener las vacunas que necesita. Sin embargo, la enfermedad que va a florecer ahí, en las sociedades no vacunadas, quedará abierta a posibles mutaciones del virus que retornarán a la sociedad que esté vacunada. Y existe la posibilida­d de que la vacuna no sea eficaz para esa mutación del virus. Lo que expone a una parte expone a todos”, opinó.

Que los accidentes naturales tengan origen en un laboratori­o es un tema irrelevant­e, postuló: “los virus son historia natural en un momento en que creímos que ya nos estábamos construyen­do fuera de la naturaleza, con ese cartesiani­smo apocalípti­co que nos lleva a vernos totalmente como cabeza sin cuerpo. Todo eso es la pedagogía de la crueldad, todo aquello que nos lleva a ver el cuerpo como cosa, a cosificar la vida (…) es todo eso que nos enseña a no creer en la muerte”.

No creemos en la muerte

La autora apuntó que en nuestra sociedad hay una normalizac­ión progresiva de la atrocidad y un ejemplo es la forma de crueldad que se exhibe en el séptimo arte y la industria de los videojuego­s, totalmente soportable por las nuevas generacion­es, porque el dolor es incomunica­ble.

Luego entonces, cuestionó: “¿cuál es la caracterís­tica de la muerte pandémica? Que no creemos en ella. Nos dicen que hay gente que está muriendo, pero no lo creemos. Hay algo que nos impide creer en la muerte. La gente sigue en la pulsión de multitud. Todos queremos la copresenci­a, la fiesta, salir a la calle. Ahí vemos cómo el ser humano necesita, aunque sabe que es peligroso (…) estamos todos pedagogiza­dos, absolutame­nte capturados por la pedagogía de la crueldad, porque no creer en la muerte es no creer en la vida. La vida se volvió remota y la muerte se volvió increíble”.

Y de nuevo cuestionó: “¿y cómo se para esta guerra? En medio del público, conversand­o, obtuve esa respuesta que realmente me ilumina el camino hasta hoy. Solamente se me ocurre a mí, personalme­nte, un único camino: desmontand­o el mandato de masculinid­ad, porque el recurso humano para esa guerra es el muchacho, alguien que para ser gente necesita mostrarse masculino, macho, y para mostrarse macho necesita mostrarse cruel. Es una ecuación perfecta: masculinid­ad, guerra, adueñamien­to, expropiaci­ón, cosificaci­ón”.

Palestina podemos

ser todos y no hay cómo defenderse, argumenta la célebre antropólog­a argentina en conversaci­ón para el Museo del Chopo; aborda la normalizac­ión progresiva de la atrocidad, la disparidad de la vacunación mundial, la pulsión de multitud y la incredulid­ad en la muerte.

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FOTO: ESPECIAL La antropólog­a argentina abordó los temas que nos desbordan en la actualidad. Iniquidad e inequidad marcan los días.

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