Las claves para gastar bien
Todos sabemos que para poder tener finanzas sanas debemos aprender a controlar nuestro gasto. Sin importar lo que ganamos, nuestro ingreso siempre es limitado. Por eso tenemos que usarlo de manera inteligente y siempre de acuerdo a nuestras prioridades –primero lo que es más importante para nosotros.
De hecho, uno de los grandes problemas que afectan nuestra economía familiar tiene que ver, precisamente, con la manera como gastamos nuestro dinero. Hay quienes tienden a hacerlo de manera desordenada y les cuesta llegar a fin de mes porque no saben ni en qué se lo gastaron. Pero también hay quienes hacen presupuestos, registran cada centavo en una aplicación u hoja de cálculo y aún así terminan siempre gastando más de lo que pensaban.
Esto pasa porque registrar nuestros gastos nos ayuda a saber en qué se nos fue nuestro dinero, pero no a controlar nuestro gasto. De la misma forma, un presupuesto tradicional nos ayuda a saber en qué queremos gastar, pero tampoco nos ayuda a controlar nuestro flujo de efectivo. De hecho suele causar frustración, porque siempre hay cosas que no habíamos contemplado en ese presupuesto y por eso mucha gente le cuesta trabajo cumplirlo.
Por eso siempre he insistido en este espacio que lo más importante es hacer un plan de gastos enfocado en nuestras prioridades, flexible y que sea una herramienta para tomar decisiones a priori –es decir– antes de gastar. Recordemos que la vida nunca sale exactamente como la planeamos.
Antes de hablar de ello, sin embargo, me gustaría enfatizar otros aspectos importantes sobre el gasto.
1.Comprar con descuento no es ahorrar. Es gastar con descuento. Pero sigue siendo un gasto. Muchísima gente se confunde con esto. Es común que las personas se digan a sí mismas: “en lugar de un par de zapatos voy a comprar tres, porque están muy rebajados y de esta manera ahorro”. O bien se cruzan con una oferta atractiva de algo que realmente no necesitan pero como está en oferta lo terminan comprando, sintiéndose bien por haber “aprovechado ese ahorro”.
2.El primer gasto que tenemos que hacer es pagarnos a nosotros mismos, antes que a los demás. Esto significa que primero separamos dinero para nuestras metas (ahorro), después para nuestras necesidades y lo que sobra es para nuestros gustos. Hay personas que gastan mucho en “tonterías”, pero si son personas que ganan bien y que tienen cubiertas sus metas importantes (por ejemplo ahorran cada mes para formar un patrimonio, tienen un buen fondo para emergencias y no tienen deudas) entonces pueden darse el gusto de gastar en esas “tonterías”. No tiene nada de malo.
Demasiada gente se preocupa por “qué porcentaje de mi sueldo debería gastar en comida”. Eso depende mucho de su ingreso, de sus necesidades (no es lo mismo vivir sólo que ser padre de cuatro hijos) y de sus gustos (hay personas que disfrutan comiendo en restaurantes de alta gama).
Lo importante es hacerlo de manera consciente. Si tenemos cubiertas nuestras prioridades y nuestras necesidades, podemos hacer lo que queramos con el resto de nuestro dinero y estará perfectamente bien. El problema es que mucha gente actúa al revés: se dan sus “gustos”, cubren sus necesidades pero no les queda nada para aquello que es más importante. Pero como ven su retiro como algo muy lejano, lo van pateando hasta que suele ser muy tarde.
Un plan de gastos es una herramienta que precisamente nos ayuda a tomar estas decisiones de manera más inteligente. No es sólo una herramienta para “planear” sino también para ejecutar ese plan y en su caso adaptarlo a nuestras necesidades. Si de repente se nos cruza una oferta muy atractiva, siempre podemos sacar nuestro plan y ver de qué otras cosas tendríamos que prescindir para poder “aprovechar” esa oferta. Porque, como dije en un principio, nuestro ingreso es finito y si no queremos gastar de más, tendremos que decidir qué es más importante para nosotros. De esto hablaremos en la segunda parte.