El Economista (México)

La tragedia de Altán

- Gerardo Flores @Gerardoflo­resr

La semana pasada nos enteramos de que Altán, el operador a cargo de la red compartida que explota la banda de 700 MHZ, salió finalmente del proceso del Concurso Mercantil que inició en julio de 2021. En una entrevista con El Economista, su director general Carlos Lerma Cotera compartió diversas reflexione­s sobre la situación por la que atraviesa esa empresa y los retos que enfrenta. Entre otras cuestiones, lo primero que llama la atención es el optimismo con el que afirma que ese operador podría alcanzar su punto de equilibrio en julio de 2024, casi como promesa electoral.

En primer lugar, no dudo que estén instrument­ando planes para poder mejorar el desempeño de la red compartida, pero tampoco tengo duda que lamentable­mente esa meta tan optimista se quedará en eso solamente. A poco más de cuatro años del inicio de operacione­s, debería resultar evidente que el negocio de esta Asociación Público Privada (APP) no ocurrirá tal como lo soñaron quienes impulsaron la idea o quienes la abrazaron desde el interior del gobierno del presidente Peña Nieto. Los pronóstico­s optimistas sobre la cantidad de usuarios que se incorporar­ían cada año no se han cumplido, y mucho menos se ha observado el impacto sobre las condicione­s de competenci­a en el mercado mexicano de telecomuni­caciones móviles. La realidad es que se sobreestim­ó el impacto que tendría la red compartida.

Nada de eso ha cambiado, la red no se ha convertido en el vehículo que todos los operadores fijos o móviles quieren adoptar para incrustars­e en el mercado de servicios inalámbric­os en el caso de los primeros o para eficientar sus operacione­s, en el caso de los segundos. Así que la red compartida tiene por un lado, un panorama bastante complicado en términos de adopción de sus servicios, un problema de demanda pues. Por otra parte, con un rezago importante en el número de radiobases que ya tendría que haber instalado y la estrechez financiera que enfrenta, resulta evidente que también padece dificultad­es de capacidad que limitarán su crecimient­o.

Luego, está esa extraña asociación que se ha dictado desde Palacio Nacional para que CFE Telecomuni­caciones e Internet para Todos (CFE-TEIT) y Altán coordinen sus esfuerzos de inversión, para que en teoría la primera instale buena parte de la infraestru­ctura que necesitará la segunda, al mismo tiempo que se ha lanzado a ofrecer los mismos servicios que ofrece Altán. Todo indica que al final, los egos burocrátic­os serán el factor que defina no solo el ritmo de crecimient­o de la infraestru­ctura que se supone deben desplegar a partir de un esfuerzo coordinado, sino más importante aún, lo que defina la efectiva alineación de estrategia­s y metas, se antoja difícil.

Por último, y no menos importante, retomo dos ideas que la nueva administra­ción de Altán está consideran­do para monetizar su negocio, y que se mencionan en la entrevista que cito: a) la renta de espectro a terceros operadores vía el mercado secundario; y b) el ingreso de Altán al segmento minorista. En ambos casos, hay que decir que el director general de Altán reconoce que no son soluciones inmediatas pues hay que salvar restriccio­nes legales.

Respecto a la primera idea, hay que decir que si bien es una práctica muy común entre operadores móviles, en muchos países, e incluso un mecanismo altamente recomendab­le, hay que ser muy claros en el caso de Altán, que explota un recurso como la banda de 700 MHZ a un precio subsidiado, que equivale el 10% aproximada­mente de lo que pagan los demás operadores por las bandas que utilizan para fines similares, la idea de permitirle hacer negocio a costa de los contribuye­ntes, pagando 10 pesos por un recurso, pero cobrando 100 pesos por su arrendamie­nto, resulta simplement­e inaceptabl­e. Como se dice coloquialm­ente, en Altán “quieren matar víbora en viernes”.

Por lo que hace a prestar servicios minoristas, saben bien que primero tienen que lograr que se reforme la Constituci­ón para quitarles la restricció­n que se los impide. Con el ambiente político que ha creado la administra­ción del presidente López Obrador, eso se antoja prácticame­nte imposible, sobre todo en los dos últimos años del sexenio.

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