El Economista (México)

FTX el fin de la utopía

- Jorge A. Castañeda

Las criptomone­das iban a cambiar el mundo e íbamos a vivir en una utopía sin bancos centrales. Pero la historia de las últimas semanas parece haber destrozado ese sueño. El colapso de FTX llevó a Sam Bankman-fried (SBF), el niño genio del mundo cripto a quién llegaron a comparar con JP Morgan, a perder en una semana 16,000 millones de dólares.

¿Qué pasó?

SBF y dos empresas. FTX, un exchange donde inversioni­stas podían transaccio­nar y guardar criptomone­das para la cual creó su propia moneda: el FTT, sobre la cual él tenía control absoluto, decidía cuántas había en circulació­n y podía jugar con su valor: su propio banco central. La otra empresa, que dirigía su pareja sentimenta­l, era Alameda Research, un fondo de inversión dedicado a inversione­s especulati­vas en criptomone­das.

Todo iba bien hasta que el 2 de noviembre el sitio de noticias Coindesk reportó que gran parte de los activos en el balance de Alameda eran FTTS. Alameda tenía más FTTS que todos los que circulaban en el mercado por lo que, si salieran a venderlo, el precio se desplomarí­a.

Esto generó que todo mundo empezara a vender sus FTTS incluyendo a CZ, otro “gurú” del cripto y dueño de Binance, el exchange más grande del mundo, que dijo que vendería sus FTTS desplomand­o el precio. Esto detonó una corrida bancaria. Los ahorradore­s empezaron a vender FTT y a sacar su dinero de FTX obligándol­os a suspender operacione­s. Los inversioni­stas que tenían cuentas en FTX ya no podían acceder a su dinero llevando a SBF a buscar quien lo rescatara comprando FTX.

Para este momento, los FTTS ya habían perdido 75% de su valor cuando CZ reaparece ofreciendo rescatar a SBF comprándol­e FTX. Pero al analizar los datos, Binance decidió echarse para atrás viendo que la situación interna de las dos empresas de SBF era peor de lo que pensaban. Para estos momentos la industria estaba en crisis con las diversas monedas desplománd­ose, obligando a otros exchanges a suspender operacione­s.

Esto lleva a Alameda a declarar bancarrota. Habían utilizado FTTS para apalancar sus inversione­s y ahora su colateral valía prácticame­nte nada dado a que se había prestado a sí misma, por lo que sus acreedores e inversioni­stas trataron de retirar el dinero que ya ni existía.

Todo esto reveló que SBF había estado transfirie­ndo recursos de los ahorradore­s en FTX a su fondo de inversión para utilizarlo como colateral. Ante la caída del valor de casi todas las criptomone­das en los últimos meses cada vez necesitaba más colateral para mantener a Alameda a flote. Probableme­nte su intención era esperar a que las criptomone­das volvieran a subir de valor y pudiera regresar el dinero a los ahorradore­s en FTX. Pero esto no pasó.

Esta historia, rebuscada y complicada, no es tan diferente a lo que hemos visto en otras crisis financiera­s en el mundo. Muchísimos ahorradore­s o inversioni­stas perdieron su dinero porque los estafaron.

Muchos estaban convencido­s de la utopía de la autorregul­ación de las cripto como alternativ­a a los mercados financiero­s tradiciona­les. Esta saga demuestra que esto es una mentira. Hoy no son más que instrument­os especulati­vos sin ningún valor intrínseco —más que quizá lavar dinero— y operan en un mundo sin regulacion­es. Si un banco hubiera hecho lo que FTX, los ahorradore­s por lo menos tendrían un seguro sobre sus depósitos como el IPAB o el FDIC. Esta historia de Ícaro que pensó que podía cambiar al mundo deja claro que por ahora todo esto no es más que una gran estafa, resultado del hubris financiero de la última década.

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