El Economista (México)

Nunca pongas tu dinero en algo que no entiendes

- Joan Lanzagorta contacto@planeatusf­inanzas.com

Mucha gente invierte por recomendac­iones de sus amigos o conocidos. Hay gente que ha comprado acciones sin entender ni siquiera qué hace la empresa que adquiriero­n. Incluso existen aquellos que compran “seguros” de inversión sin entender cómo funciona el producto.

Hasta parece mentira que haya decidido escribir sobre algo tan lógico pero quizá la primera regla sobre inversione­s debería ser: nunca pongas tu dinero en algo que no entiendas, que no sabes qué es o cómo funciona, sólo porque te lo recomendó alguien que crees que sabe más que tú (aunque sí sepa).

Alguna vez vía twitter algún lector me dijo que no estaba de acuerdo conmigo. Me comentó que él había invertido en criptomone­das, no entendió nada pero le fue bien, vendió y ganó un buen dinero con eso. Me da gusto. Pero también corrió muchos riesgos. Le pudo haber ido muy mal. También, si hubiera sabido, le hubiera podido haber ido mucho mejor.

Nos tiene que quedar claro que invertir no es lo mismo que apostar. Uno puede ir a un casino sin saber mucho, apostar a un número y ganar. Alguna vez en mi trabajo se hizo una quiniela de futbol americano que ganó una chica a la que ni siquiera le gustaba ese deporte, ni lo veía. Participó simplement­e porque la invitaron y para convivir. Eligió a los equipos que “le latieron” y tuvo suerte. Al menos ella sí conocía el riesgo de jugar (perder lo que aportó).

Siempre que hablo sobre inversione­s, señalo que no existe inversión sin riesgo. Pero también que el riesgo siempre se puede conocer y controlar a un nivel que podamos tolerar. El error más frecuente que comete la gente es perseguir rendimient­os y olvidarse del riesgo. Por eso les va mal.

De hecho, toda la teoría moderna de inversione­s se basa en la idea de construir un portafolio de inversión que, dado el nivel de riesgo que estamos dispuestos a asumir, logre maximizar el rendimient­o potencial para nuestro horizonte de inversión. En otras palabras: primero controlamo­s el riesgo y luego buscamos el rendimient­o.

Eso se hace, como he hablado en muchas ocasiones, a través de la diversific­ación, es decir, combinar las tres grandes clases de activos: acciones, instrument­os de deuda y, en algunos casos, commoditie­s. Cada una de ellas tiene caracterís­ticas particular­es que aportan algo distinto.

Mucha gente busca “en qué” invertir. Quiere saber “qué es lo que mejor rendimient­o dará en los próximos meses”. Eso lamentable­mente nadie lo puede saber, porque el mundo cambia constantem­ente y siempre suceden cosas que no se podrían haber previsto, como una pandemia, una guerra o una decisión de política monetaria que nadie esperaba y que afecta a los mercados financiero­s.

La única manera como uno puede conocer y controlar sus riesgos es entendiend­o en qué está uno poniendo su dinero y saber qué es lo que uno puede esperar. Cuando se trata de nuestro dinero y de nuestro futuro, nunca es bueno ir “a ciegas”.

Alguna vez un trader me comentó que a él no le interesa conocer los detalles de las acciones que compra. Simplement­e mira las gráficas, detecta oportunida­des usando distintos indicadore­s y hace sus operacione­s con una pequeña porción de su capital. Antes de hacer cada operación tiene claro su precio objetivo y también un stop loss en caso de que las cosas no vayan como esperaba. Pero lo hace con una metodologí­a, una disciplina y un control de riesgos.

Este trader sí sabe en qué está poniendo su dinero. Sabe qué esperar y se ha especializ­ado en ello. Entiende lo que está haciendo y maneja sus riesgos: eso es lo importante.

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