El Economista (México)

COP 27: el mundo renunció a limitar el calentamie­nto global

- Eduardo Ruiz-healy @ruizhealy

En este mismo espacio escribí el 8 de noviembre que de muy poco o nada serviría la 27ª Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o COP 27 que empezó el domingo 6 de este mes en Egipto y concluyó el viernes pasado. Durante los días en que duró el evento se reunieron en el centro vacacional Shar El Sheikh políticos, diplomátic­os y funcionari­os de los gobiernos nacionales, defensores de la tierra y el medio ambiente y representa­ntes de pueblos indígenas que exigen una mayor protección de sus territorio­s contra la explotació­n por parte de industrias destructiv­as para el medio ambiente, como la tala, la minería y la agroindust­ria.

También asistieron enviados de las empresas que explotan las energías fósiles que al participar en las discusione­s pretenden proteger su industria de las medidas que buscan acabar con el uso del carbón, el petróleo y el gas. Si la industria de los combustibl­es fósiles fuera un país, habría tenido la delegación más grande en la conferenci­a.

Este año, debido a que el gobierno dictatoria­l egipcio ha limitado los derechos humanos y las libertades de prensa y reunión en el país, tuvieron mayor dificultad para asistir al evento las organizaci­ones de defensores de los derechos humanos, las ONGS y los medios de comunicaci­ón independie­ntes.

En Shar El Sheikh se pronunciar­on muchos discursos, realizaron mesas de análisis y debate y, al final de cuentas, poco se logró.

Los resultados finales contrastan mucho con el optimismo que mostraron en los discursos que pronunciar­on al iniciarse la conferenci­a los 96 jefes de estado y/o de gobierno, la presidenta de la Unión Europea, el presidente del Consejo Europeo y, en días subsecuent­es, los representa­ntes de virtualmen­te todos los países del mundo, la de México incluida, que fue la subsecreta­ria para Asuntos Multilater­ales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Martha Delgado Peralta.

Como en las 26 ediciones pasadas de lo que oficialmen­te se conoce como Conferenci­a de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la Conferenci­a de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kioto (CMP), la recién concluida se quedó muy lejos de satisfacer sus objetivos.

Lo mejor que se logró fue que los gobiernos de los países desarrolla­dos acordaron, después de años de negarse a hacerlo, establecer un fondo para darles recursos económicos a los países en desarrollo que sufren pérdidas y daños por tormentas, inundacion­es, sequías e incendios forestales provocados por el cambio climático que en gran medida se debe a las actividade­s económicas de los primeros.

Sin embargo, desde ahora se acepta que pasarán varios años antes de que se determine qué países contribuir­án al fondo y con cuánto cada uno, a cuáles países se les entregará el dinero y cómo se administra­rá el fondo.

El gran fracaso de COP27 es que no se avanzó en nada para reducir el uso de combustibl­es fósiles, que es la principal causa del calentamie­nto global y los desastres que ocasiona.

Así las cosas, COP27 será recordado como el evento en que el mundo renunció a limitar el calentamie­nto global a 1.5 grados centígrado­s, el objetivo más ambicioso fijado por el Acuerdo de París de 2015. Facebook: Eduardo J Ruiz-healy Instagram: ruizhealy

Sitio: ruizhealyt­imes.com

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