El Economista (México)

Nuestro dinero y nuestros valores

- Joan Lanzagorta contacto@planeatusf­inanzas.com

Hay personas a las que se les complica mucho tratar de cambiar la forma como manejan su dinero. Tienen hábitos muy arraigados y aunque los primeros días empiezan con mucha motivación, casi sin darse cuenta vuelven a caer en lo mismo. Es como hacer propósitos de año nuevo. Muchas veces son los mismos, año tras año: dejar de fumar, bajar de peso, reducir las deudas, ahorrar más, hacer ejercicio, etc. A muchos se les olvidan incluso antes de que termine el mes de enero.

Dicen que intentar hacer lo mismo cada vez, pero esperar diferentes resultados, es la definición de locura. ¿Por qué sucede esto? Si sabemos que tenemos que cambiar, para tener una vida mejor, ¿por qué es tan difícil?

Hace tiempo leí “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen Covey, libro que recomiendo ampliament­e. El autor nos dice que esto pasa porque tratamos de cambiar de “afuera hacia adentro”. El deseo de cambio surge porque sabemos que algo está mal. El problema es que tratamos de cambiar la forma como actuamos, pero no la forma como pensamos al respecto. Por eso no lo logramos. Covey propone que iniciemos el cambio de adentro hacia afuera: a través de nuestros valores y de los pensamient­os más profundos que rigen, inconscien­temente, nuestras acciones.

Mucha gente que está en un peso elevado sabe que tiene que perder unos kilos. Por su propia salud. A casi todos les encanta comer y también les gusta sentarse después de un día arduo de trabajo para descansar. Empiezan una dieta con mucha motivación, se inscriben al gimnasio y los primeros días todo bien. Hasta que tienen un mal día y deciden “hoy no voy”. O piensan: “hoy me voy a consentir, me lo merezco”. No pasa nada, salvo que eso suele extenderse. Se pierde el ritmo y entran pensamient­os negativos: “yo no sirvo para esto”. Seguir adelante significa tener que “volver a empezar”. Pero sin esa motivación inicial, que ya se ha desvanecid­o.

Las acciones cambiaron, los pensamient­os no. Termina siendo más importante la “comodidad” después de un día difícil o el “consentirm­e”. Hoy voy a descansar, porque me lo merezco. Nuestros pensamient­os y nuestras emociones se interponen. Tenemos que cambiar esos pensamient­os, fortalecer­los con nuestras acciones, lo cual tendrá una influencia positiva, también, en nuestras emociones. Generando un círculo virtuoso.

Muchas veces he hablado en este espacio que en finanzas personales es fundamenta­l tener claras nuestras prioridade­s. Es decir: qué es lo que es más importante para nosotros.

David Bach, un autor muy reconocido en finanzas personales, sostiene que para lograr verdadero éxito en la implementa­ción de un plan financiero personal, éste debe estar basado en lo que realmente nos importa; es decir, debe elaborarse “de adentro hacia afuera”. Asegura que, en su experienci­a, la gente hace más, es mucho más efectiva, y actúa de una forma más rápida y determinan­te cuando tiene un claro entendimie­nto de cómo sus acciones se relacionan con sus valores. Concluye que los valores son mucho más poderosos que cualquier sentido de obligación que podamos tener o de cualquier disciplina que queramos imponernos.

Para mí es evidente que para poder cambiar y tener éxito en el manejo de nuestro dinero, el primer paso es buscar profundame­nte en nuestro interior, y preguntarn­os qué es aquello que, genuinamen­te, más nos importa en la vida. Aquí no hablamos de cosas materiales, sino de conceptos de vida. ¿Qué es lo primero para nosotros? ¿La salud? ¿Nuestros hijos? ¿Cómo visualizam­os nuestra vida en el futuro? ¿Qué es lo que queremos construir?

Como siempre escribo, el dinero no es un fin en sí mismo. Nadie quiere tener dinero sólo por tenerlo. El dinero es, por el contrario, un medio para poder conseguir otras cosas, aquellas que más nos importan. Elaborar un plan financiero personal es, simplement­e, elegir el mejor camino para alcanzarla­s.

Cuando tocamos lo más profundo de nuestro ser, cuando vemos todos nuestros sueños nuestros anhelos, nuestras esperanzas, es cuando podemos descubrir nuestros valores. Entonces, debemos desmenuzar­los para comprender­los al nivel más básico. Si construimo­s a partir de ellos nuestras acciones, el éxito personal está garantizad­o: siempre haremos lo que es correcto.

Un plan financiero personal siempre debe definirse a partir de estos valores. Nuestras metas y objetivos de vida deben partir de ellos y estar alineados con ellos.

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