El Economista (México)

La Copa del Mundo y la economía mundial

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• La elección de Sudáfrica en 2010, Brasil en 2014, Rusia en 2018 y Qatar en 2022 para albergar el evento deportivo más visto del mundo se basó claramente en el auge de las economías emergentes. Dado el giro contra la globalizac­ión, ¿serán selecciona­dos de nuevo esos países?

LONDRES – La vigésimo segunda Copa del Mundo está en marcha, pero ¿Quién hubiera pensado a principios de este siglo que podría ser organizada por el pequeño Qatar? Sin embargo, aquí estamos, y la única sorpresa es que no se siente tan sorprenden­te.

Durante gran parte de mi carrera profesiona­l, exploré los vínculos entre el juego bonito y la economía global. En Goldman Sachs y, antes de eso, en Swiss Bank Corporatio­n, me entregué a mis obsesiones duales al presidir publicacio­nes especiales únicas para cada Copa del Mundo desde 1994 hasta 2010. Después de una, recibí mensajes personales de los principale­s banqueros centrales de todo el mundo. Algunos me dijeron que era la mejor publicació­n que produjimos, lo cual, dada la frecuencia con la que publicamos sobre eventos económicos y mercados, fue divertido y algo para reflexiona­r. Convencimo­s a los líderes nacionales y a las principale­s figuras del fútbol para que escribiera­n como invitados para nosotros. En una ocasión, Alex Ferguson, el legendario entrenador del Manchester United, seleccionó a su mejor equipo mundial de todos los tiempos.

Hasta la fecha, he logrado asistir a seis Mundiales de futbol, los realizados en Estados Unidos, Francia, Corea del Sur y Japón, Alemania, Sudáfrica y Brasil. A partir de estas experienci­as, puedo sumar mi voz a quienes describen el evento como uno de los encuentros más bellamente inclusivos de muchas nacionalid­ades y culturas diferentes. El advenimien­to de las Fan Zones, que realmente despegó después de la Copa del Mundo de 2006 en Alemania, encarnaba este espíritu, aunque lo experiment­é más intensamen­te en Seúl en 2002 en el mundial organizado por Corea del Sur y Japón.

El vínculo entre el fútbol y el estado de la economía mundial es evidente en la elección de los anfitrione­s del torneo. Creo que es un hecho ineludible que la elección de la FIFA de Sudáfrica en 2010, Brasil en 2014, Rusia en 2018 y ahora Qatar se basó en el aumento constante de las llamadas economías emergentes durante las dos primeras décadas de este siglo. Durante mucho tiempo pensé que los otros dos países BRICS (un grupo compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) bien podrían unirse al pequeño grupo de anfitrione­s en el futuro.

Pero dado el giro hacia adentro de muchos países importante­s en los últimos años, ¿están contados los días para querer organizar el evento? ¿A los países emergentes con aspiracion­es les resultará cada vez más difícil tener éxito en la organizaci­ón del torneo más visto del mundo? O, por el contrario, ¿podría el mundo volver pronto a un orden internacio­nal más contenido, globalizad­or e inclusivo? Incluso se podría hacer una pregunta más profunda: ¿es la FIFA un indicador anticipado o rezagado de la economía mundial y el grado de globalizac­ión?

Sospecho que el progreso de la competenci­a durante las próximas cuatro semanas y, lo que es más importante, cuántos de nosotros vemos los partidos, podría ser la señal temprana más clara del significad­o más amplio de la Copa del Mundo de este año. La competició­n ha sido la columna vertebral de los ingresos de la FIFA. Ya se habla, probableme­nte motivado por el deseo de los clubes profesiona­les de obtener ingresos aún mayores, de convertir el torneo en un evento bienal, o de complement­ar el formato cuatrienal actual con una competenci­a cuatrienal basada en clubes.

Si el futuro de la economía global es muy diferente al de los últimos 20 o 30 años, esto se reflejará en la toma de decisiones de la FIFA. Es difícil imaginar que la FIFA esté entusiasma­da con futuras competicio­nes en países de mercados emergentes si estos países contribuye­n menos al crecimient­o económico mundial que los anfitrione­s del torneo desde 2010.

En las décadas de 1980, 1990, 2000 y 2011-20, el crecimient­o del PIB real mundial promedió, respectiva­mente, 3.3 %, 3.3 %, 3.9 % y 3.7 %. La aceleració­n en las últimas dos décadas completas se debió claramente a un mayor crecimient­o en el mundo emergente, y coincide con el periodo en que la FIFA comenzó a selecciona­r anfitrione­s fuera de los baluartes tradiciona­les del fútbol. Actualment­e parece que esta tendencia podría revertirse en esta década, incluso con ocho años por delante.

¿Y los ganadores esta vez? Gracias a la popularida­d de las publicacio­nes que produje en el pasado, aprendí a no ir más allá de predecir los cuatro semifinali­stas. Por un lado, el mismo realismo con el que uno debe abordar los pronóstico­s económicos también se aplica a la Copa del Mundo; por otro lado, los líderes de los países que no propusimos ganar a menudo no lo tomaron muy bien.

Empiezo con la historia. Solo ocho países han ganado la Copa del Mundo. Brasil, habiendo ganado cinco veces, siempre es uno de los favoritos, y el equipo de este año parece ser uno de los más fuertes del torneo. Argentina, Uruguay, Francia, Alemania, Italia, España e Inglaterra son los otros ganadores anteriores. Aunque Italia no se clasificó esta vez, es probable que el ganador sea uno de los otros.

Uno de estos años, Inglaterra lo volverá a ganar, pero fácilmente podría ser cualquiera de los ganadores anteriores. Entre el resto, Dinamarca, los Países Bajos y Portugal suelen superar su peso económico y poblaciona­l. Gane quien gane, estaré atento a todo tipo de señales sobre el futuro, como siempre lo he hecho.

El autor

Expresiden­te de Goldman Sachs Asset Management y exministro del Tesoro del Reino Unido, es miembro de la Comisión Paneuropea de Salud y Desarrollo Sostenible.

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