El Economista (México)

Biden entierra el cadáver político de Guaidó

- Fausto Pretelin Muñoz de Cote @faustopret­elin

Para Nicolás Maduro la guerra en Ucrania representa “un nuevo juego”. Después de la repartició­n de cartas, el dictador tiene en su mano puros ases. Maduro dejó sobre la lona a Juan Guaidó y a Leopoldo López, máximas figuras de la oposición durante los últimos cinco años.

El venezolano ha puesto de rodillas a Joe Biden y a Emmanuel Macron.

No sólo le cayeron los ases desde Rusia, por la guerra, también desde Colombia. Con la victoria de Gustavo Petro, le ha entregado un comodín para formar una quintilla de ases.

En marzo pasado una delegación estadounid­ense de alto nivel viajó a Caracas para proponer acuerdos energético­s con Maduro. La invasión a Ucrania había comenzado pocas semanas antes.

Biden dejó atrás la oferta que hizo el entonces presidente Donald Trump a la oposición venezolana: dar un golpe a Maduro. Y por supuesto dejó de reconocer, de facto, a Juan Guaidó como presidente venezolano. En época de guerra no existe el romanticis­mo.

Biden demostró a Maduro que estaba dispuesto a todo a cambio de quitar presión al mercado del petróleo. Condición necesaria para comenzar a hablar: la excarcelac­ión de dos sobrinos de su esposa: Franqui Flores y Efraín Campo, acusados de narcotrafi­cantes. En efecto, Maduro liberó a cinco exgerentes de Citgo, la filial de la petrolera PDVSA, detenidos en 2017 en Venezuela.

Biden ha enterrado el cadáver político de Juan Guaidó. Si el venezolano insiste en creerse presidente, Maduro continuará riéndose de su ingenuidad.

De hecho, Guaidó murió políticame­nte el día en que firmó un contrato para derrocar o matar a Maduro: fue el 16 de octubre de 2019. Su equipo contrató a la empresa de seguridad Silvercorp asentada en Florida. Son tres años convertido en zombi.

El caso venezolano tendrá que ser estudiado a profundida­d en el futuro. Una serie de circunstan­cias concatenad­as han condenado a una población superior a los 30 millones de habitantes a vivir en la incertidum­bre. Más de cinco millones ya han abandonado el país porqueno quieren que el dictador modele su futuro.

¿Qué político va a hacer una evaluación de costos? Ninguno.

Maduro continúa atornillad­o en el poder y Guaidó nunca ha reconocido que su apuesta por Donald Trump la hizo en el mercado de las mentiras. Ahora, lo mismo Biden que Macron negocian con Maduro interaccio­nes en el mercado energético. La guerra es la guerra. Una dictadura latinoamer­icana puede ser tolerable; opinarán.

El equipo de Maduro llega a México a negociar con la oposición un acuerdo con el visto bueno de Biden: adiós a los candados impuestos por Estados Unidos.

La dictadura volverá a hacer uso de activos que les fueron congelados.

Maduro le dobla el brazo a Biden.

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