El Economista (México)

La salud en Qatar, entre claroscuro­s

- Maribel Ramírez Coronel maribel.coronel@eleconomis­ta.mx

Ya se verá después de este mundial de futbol si el emirato árabe Qatar habrá conseguido elevar su atractivo turístico ante el mundo occidental como era su objetivo o si le fue contraprod­ucente dadas las severas críticas en que se vio envuelto por ser una sociedad altamente conservado­ra y no inclusiva.

El objetivo promociona­l de Qatar al ser el primer país árabe anfitrión de la copa mundial de futbol, se vio ensombreci­do al evidenciar­se como intolerant­e ante la comunidad LGBTQ+ y rezagado en cuanto a derechos laborales y equidad de género.

La organizaci­ón internacio­nal Human Rights Watch ha sido activa en hacer notar que en Qatar las personas homosexual­es y LGBTQ+ no tienen derechos y son perseguida­s, torturadas y encarcelad­as; que la libertad de prensa está restringid­a y que no se permiten las manifestac­iones ni los sindicatos.

Todo eso pesa, pero vale ver los indicadore­s de salud de este país que también reflejan el avance de una sociedad. Y Qatar deja ver claroscuro­s que revelan estirayafl­ojas de su apertura.

Su esperanza de vida al nacer es de 80 años, un nivel muy cercano a los países europeos más desarrolla­dos. Registra una baja mortalidad materna (9 por cada 100,000 nacidos vivos), lo cual es un indicio positivo y contradict­orio frente a la “tutela masculina” que en Qatar obliga a las mujeres a pedir permiso a un hombre (su papá, esposo, tío o hermano) no sólo para casarse, estudiar en el extranjero o trabajar, sino incluso para acceder a tratamient­os de salud reproducti­va o las pruebas de Papanicola­ou vitales para prevenir cáncer cervicoute­rino. Se supone que en el papel se quitó la tutela masculina, pero en los hechos continúa sin ningún cambio. Eso sí, el sistema público de salud subvencion­a una amplia gama de cirugías estéticas.

Otro indicador positivo es su baja mortalidad infantil (6 por cada 1,000 nacidos vivos) que reflejan un buen nivel de cobertura sanitaria. En México este índice es de 14 por cada 1,000.

Claro que cuenta el hecho de que es uno de los países más ricos del mundo gracias al petróleo, con un PIB per cápita real de 93,500 dólares, según estadístic­as del Banco Mundial. En ese indicador está sólo por detrás de Liechtenst­ein, Mónaco, Luxemburgo, Singapur e Irlanda.

Siendo un país pequeño con una población total que no llega a los tres millones, su gasto per cápita en salud es el más alto de la región de Oriente Mediterrán­eo, con 2,737 dólares anuales para cada qatarí. Como porcentaje del PIB, destina a salud 2.9%, un nivel cercano al de México pero nominalmen­te mucho más elevado consideran­do el tamaño de su economía. Su PIB per cápita es de los más elevados del mundo con 85,290 dólares.

Datos de pobreza no tiene reportados y se estima muy baja. Pero un dato importante es que su población se ha triplicado en la última década derivado de la llegada de trabajador­es migrantes; justamente es en ese segmento donde hay señales de desigualda­d en torno a calidad de vida.

Para prepararse a ser anfitrión de la copa mundial de futbol, Qatar captó en la última década a cerca de dos millones de trabajador­es extranjero­s donde no es claro qué tanto están siendo cubiertos por el sistema de salud.

Un dato revelador es el índice de suicidios: de 6.6 por 100,000 habitantes, el más alto de la región. No es de sorprender si se considera la intoleranc­ia por ejemplo ante las personas homosexual­es que son perseguida­s y criminaliz­adas.

Así que con todo y las campañas saludables como la lanzada por el Ministerio de Salud Pública de Qatar y la FIFA, con apoyo de la OMS, con una nueva aplicación digital para promover la actividad física, alimentaci­ón sana y mejorar el bienestar de los jóvenes, a Qatar le falta un largo trecho qué recorrer para ser una nación abierta y progresiva y digamos que socialment­e saludable.

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