Contramarcha, ¿celebración?
Como se preveía se realizó la contramarcha convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Se observó que el Jefe del Ejecutivo goza de enorme popularidad y respaldo de mucha gente.
También fue evidente la costosa organización y movilización desde el aparato gubernamental.
Son muchas y diferentes las cifras de lo que se supone habría costado a los gobiernos federal, estatal, citadino y municipales.
Pero todos los cálculos coinciden, fue muy costoso y se patrocinó con los impuestos que todos pagamos.
Original y evidentemente, la idea de organizar la contramarcha, fue consecuencia de la marcha ciudadana del 13 de noviembre, en la que voluntariamente salieron a las calles miles de mexicanos para expresar su rechazo a la reforma electoral.
Aquella fue una marcha espontánea. No la convocaron los partidos políticos.
Algunos de sus representantes se adhirieron a ella. No hubo acarreos, ni chantajes ni tortas y refrescos. Se registró una sola demanda: #El Ine no se toca. Tal manifestación logró evitar que los partidos de oposición se doblegaran frente al partido en el poder y sus aliados y votaran a favor.
Con los días, el presidente López Obrador reorientó su mensaje. La marcha, dijo, sería de celebración.
Rechazó que la convocatoria para marchar sea para defender la iniciativa de reforma electoral con la que su gobierno propone cambios al sistema electoral.
La reforma electoral gubernamental sigue siendo una amenaza para el Instituto Nacional Electoral, pero la expresión ciudadana llevó al Presidente de la República a convocar a la marcha de la celebración de los 4 años que lleva el actual gobierno.
El Jefe del Ejecutivo, celebra, lo que desde su punto de vista, son logros de su gobierno.
Entre ellos ha mencionado, el crecimiento económico, la mejoría en la vida de los más pobres, el combate a la corrupción, el aumento en la recaudación y las obras sexenales, entre otros.
Pero, ¿realmente hay algo que celebrar?
No necesariamente. Independientemente del resto de los temas, analicemos el tema del crecimiento del PIB.
En materia de crecimiento económico, realmente no hay nada que celebrar.
Aunque circunstancialmente los datos favorecen la narrativa oficial, basta con darles contexto, para ver la realidad.
El Producto Interno Bruto (PIB) de México logró un crecimiento de 0.9% en el tercer trimestre del 2022.
Con ello, se sumaron 4 trimestres consecutivos en terreno positivo de acuerdo con información del Inegi.
El crecimiento anual, es decir en su comparación con el tercer trimestre del año anterior, fue de 4.3%.
Con tales datos, es probable que el crecimiento del PIB para el cierre del año sea del 3%, por encima incluso del pronóstico oficial del 2.4% y, a contracorriente de la mayoría de los pronósticos privados.
Los datos son positivos. Vale la pena destacar el contexto.
La directora de análisis de Banco Base, lo advierte con claridad: INEGI revisó a la baja el crecimiento del tercer trimestre del 2021. Lo pasó de -0.53% a -1.05%.
Esto significa que se está observando un efecto rebote en el tercer trimestre del año en curso, por la baja base de comparación.
En otras palabras, es un mero efecto estadístico el que se está observando. La economía mexicana todavía no registra un impulso en su crecimiento económico, basado en los motores internos.
Se prevé una desaceleración económica para el último trimestre del año. Y el pronóstico generalizado de crecimiento para el próximo año ronda el 1-1.5%.
El presidente López Obrador dijo ayer que el PIB crecerá éste y los próximos dos años a una tasa del 3.5%. Sus pronósticos de crecimiento han sido muy optimistas y ha fallado constantemente. Es poco probable que se cumplan.
El crecimiento que se está registrando está impulsado más por las exportaciones, remesas e inversiones extranjeras, que por los motores internos de la economía, que siguen prácticamente apagados por la mínima inversión fija bruta que se registra.
La economía mexicana todavía no recupera el tamaño que tenía en el año 2018. El crecimiento económico, todavía no es una medalla que puede presumir el actual gobierno. El crecimiento económico no lo puede celebrar como un logro la administración en curso.