Berrinches autoritarios
El acto consumado de aprobar de manera precipitada el presupuesto 2023 para Jalisco sin el debido estudio y con el claro castigo a la máxima casa de estudios de nuestro estado, dejó de manifiesto otra vez los dotes de autoritarismo de un gobierno que ha errado en lo que debiera ser su columna vertebral: la educación y formación de las y los ciudadanos. El rencor añejo y desatino del gobernador del estado para con la Universidad de Guadalajara culminaron en un acto de sumisión por parte de la mayoría de los diputados locales, quienes actuaron con prisas dirigidas para aprobar, en fast track, un atropello más a la Universidad de Guadalajara.
No conforme con desechar las justificadas peticiones de la Udeg, de ampliar el presupuesto para el próximo año, las y los diputados se dieron el lujo de colocar la cereza del pastel al aprobarle el presupuesto más bajo en la historia, además de una reducción de 37 millones de pesos, alegando que la universidad ha gastado ese monto en sus legítimas exigencias y manifestaciones públicas para solicitar más recursos. Los legisladores se olvidaron, con esto, de las garantías estipuladas en la Constitución Mexicana, que salvaguardan la libre manifestación de ideas y la asociación ordenada para tal fin.
No es novedad que los jaliscienses tengamos que sufrir con los caprichos del mandatario estatal, pues basta con recordar el manoseo del ejecutivo en la reasignación de los recursos etiquetados para el Museo de Ciencias Ambientales. La insensibilidad, el capricho y la cerrazón del Gobernador son el sello que distinguirá a este gobierno; así pasará a la historia y será recordado por el evidente desinterés que tiene para con la juventud de Jalisco, así como su obsesión por no tener contrapesos y su afán de aplastar a quienes piensan distinto a él.
La actitud del gobernador generará un enorme rezago educativo en nuestra entidad. Los jóvenes que aspiran a una preparación profesional verán sus sueños truncados por la irresponsable decisión de reducir el presupuesto. Esta preocupación fue por demás explícita en la inmensa respuesta a la manifestación convocada el pasado 23 de noviembre, evento que conjugó el eco de más de 100,000 voces universitarias que exigieron al ejecutivo que haga valer el derecho pleno del acceso a la educación.
Por su parte, la Universidad de Guadalajara se ha colgado un distintivo más en su férrea lucha por construir espacios más dignos, generar oportunidades y mantenerse a la vanguardia como una de las universidades más importantes del país. El noble ejercicio de la libre y pacífica expresión de las ideas de quienes la integran seguirá siendo el arma más potente ante cualquier política de represión y golpeteo político en perjuicio de la educación. Esperemos que pronto cesen los berrinches autoritarios que tanto daño le están ocasionando a nuestro Estado.