Acceso y permanencia a la educación en México
“Los obstáculos son esas cosas espantosas que ves cuando apartas la vista de tu objetivo”. Henry Ford
El INEGI publicó recientemente los resultados de su encuesta nacional sobre Acceso y Permanencia a la Educación, relativos al ciclo escolar 2021-2022. Entre los datos más relevantes, están aquellos relacionados con el uso y disposición de recursos tecnológicos para los estudiantes en el país. De acuerdo con la encuesta, 95.6% de los estudiantes tuvieron a su disposición en el hogar un teléfono celular inteligente, 77.51% una televisión digital, 50.9 % computadora portátil o de escritorio y sólo 22% una tableta.
En cuanto al acceso a Internet, de la población de tres a 29 años inscrita en el ciclo escolar, 72% reportó contar con conexión en el hogar, siendo el subgrupo de estudiantes de educación superior el que mayor participación mostró con 91.3 por ciento.
Pese a que en general estos porcentajes han presentado ligeras mejorías en los últimos años, particularmente a partir de la necesidad de ampliar los recursos digitales producto de la pandemia y de las clases en línea; en la mayoría de los hogares se siguen presentando rezagos importantes en el acceso a recursos tecnológicos, ya que en muchos casos, varios niños incluso de diferente grado escolar, tienen que compartir el mismo equipo, lo cual dificulta el adecuado aprovechamiento de los recursos.
Otro aspecto que importante es que, de acuerdo con la información de la encuesta (considerando que aún abarca un periodo importante afectado por la interrupción de clases presenciales), los grupos de alumnos que tuvieron acceso a algún tipo de asesoría o clases complementarias fue reducido; siendo para la primaria de apenas 9.5% y el mayor para la educación superior de 14.9 por ciento.
Esto es importante, porque la información con la que hoy se cuenta apunta a que en muchos casos, particularmente en los niveles básicos, se ha presentado un rezago importante en la capacidad de aprovechamiento y de adquisición real de los conocimientos, lo cual generará un efecto negativo, tanto en la formación educativa de los años subsecuentes, como posteriormente en la vida profesional.
La encuesta también arroja que 74.4% de los estudiantes de educación superior llevan a cabo sus estudios en instituciones de sostenimiento público, mientras que solamente 25.6% lo hace en instituciones privadas. Este dato es contrario al que se presenta en la mayoría de las economías de América latina en las que casi en la misma proporción, pero de manera inversa, es superior la participación de la educación privada dentro de la educación superior.
Durante el periodo, se presentó un cambio menor entre personas que pasaron de la educación pública a la privada o viceversa. En el caso de aquellos que pasaron de la educación privada a la pública, más de 30% declararon hacerlo como resultado del alto costo de la escuela o por considerar que durante el periodo de restricción de operación presencial, el pago no se justificaba por no estarse aprovechando otros servicios educativos presenciales.
Adicionalmente, se tiene información relativa a las personas que no se inscribieron en el ciclo escolar 2021 2022 pero previamente sí habían asistido a la escuela, manifestando su intención de retomar posteriormente los estudios. El porcentaje de quienes se encuentran en esta condición es superior para las mujeres con 31.3%, contra 25.8% para hombres.
Esta encuesta arroja datos significativos que es imperativo profundizar. Necesitamos conocer a detalle cuál ha sido el impacto de todos los efectos negativos de la pandemia y facilitar la generación de programas y acciones que recuperen lo perdido y afecten positivamente el aprovechamiento y generación de conocimiento de los estudiantes, para poder crear condiciones que permitan contrarrestar los efectos negativos hacia el futuro. Tal vez hoy no se dimensiona adecuadamente pero este será uno de los grandes y más importantes obstáculos ya su vez retos de la generación actual.