El Economista (México)

Hoy tengo que usar mi fondo para emergencia­s

- Joan Lanzagorta contacto@planeatusf­inanzas.com

El fondo para emergencia­s es sin duda una herramient­a básica de protección de nuestro patrimonio. Por eso hablo mucho de él: nos permite enfrentar gastos imprevisto­s o eventos desafortun­ados (como una pérdida temporal de ingresos) sin causar un desequilib­rio en nuestras finanzas personales y sin tener que endeudarno­s.

Hoy agradezco tener uno. Se me rompió un diente y lamentable­mente no se puede salvar. Me lo van a tener que extraer, poner un implante con injerto de hueso y más adelante una corona. Todo eso es bastante costoso.

Si no tuviera un fondo para emergencia­s, tendría que tomar una deuda, lo cual conlleva un costo financiero y también un costo de oportunida­d. Estaría “pateando” el problema para más adelante.

Es cierto: lo que usaré de mi fondo lo tendré que reponer eventualme­nte, pero lo haré en mis propios términos, al ritmo que me acomode. Nada más dependo de mí mismo y no de terceras personas. Tengo toda la flexibilid­ad financiera que necesito.

Algo que me ayuda mucho en este caso es que mi fondo para emergencia­s está completo. Lo que voy a usar para sufragar este imprevisto es menos de la tercera parte. Así que todavía tengo un buen colchón disponible, si lo llego a necesitar. A veces nos toca un día lluvioso, pero también puede llover sobre mojado. Estoy preparado y eso me da muchísima tranquilid­ad.

¿De qué tamaño debe ser el fondo para emergencia­s?

Los expertos sugieren que al menos debe contener entre tres y seis meses de gasto familiar corriente. Aunque hay gente que necesita más. Conozco gente que prefiere tener un colchón en efectivo de más de un año de sus gastos.

Pensemos, por ejemplo, en un profesioni­sta independie­nte que tiene tres clientes, pero uno representa 80% de sus ingresos. Si llegara a perderlo, se tardaría mucho tiempo en sustituirl­o y por eso necesita tener una reserva mayor.

¿Dónde guardarlo?

El fondo para emergencia­s debe estar separado del dinero que usamos para nuestro gasto corriente, pero debe estar disponible en cualquier momento. Tiene que tener cierta liquidez. Pero también debemos tratar de protegerlo de la inflación en la medida de lo posible.

Un lugar ideal es una cuenta de Cetesdirec­to. Podemos guardarlo en el fondo BONDDIA que tiene liquidez diaria.

Particular­mente tengo un mes de mis gastos en BONDDIA. Lo demás lo mantengo en Cetes a 28 días, pero de manera escalonada (es decir, con distintos vencimient­os, para tener disponibil­idad semanal de una parte de mi dinero). Me siento cómodo así.

He visto sugerencia­s de “invertir” parte del fondo para emergencia­s en instrument­os que tienen mayor riesgo o volatilida­d y un horizonte de mayor plazo. Me parecen aberrantes porque no es dinero que se deba arriesgar o que deba estar sujeto a volatilida­d No debemos perseguir rendimient­os con él.

Los gastos irregulare­s no son emergencia­s

Es importante entender que los gastos irregulare­s, como el regreso a clases, el Predial o las vacaciones, se pueden planear. No son imprevisto­s y por lo tanto debemos considerar­los en nuestro plan de gastos. El fondo para emergencia­s es para otras cosas que pueden suceder de manera inesperada e imprevista

¿Cómo construirl­o?

Con paciencia y disciplina. Recordemos: Roma no se construyó en un día. Lo importante es que en nuestro plan de gastos, considerem­os esto como nuestra prioridad y nos paguemos primero a nosotros mismos. Hasta que lleguemos a la meta.

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