El Economista (México)

Vivienda y Política Urbana, otro Desastre

- Gabriel Quadri @g_quadri

Hacer vivienda es hacer ciudad. Y hacer ciudades competitiv­as, prósperas, con baja huella ecológica, eficientes y con alta calidad de vida debe ser una de las prioridade­s en México, país, cada vez más urbano. (Casi el 80% de la población vive en ciudades). Esto exige una doctrina de vivienda enlazada a las políticas urbanas, que garantice el derecho a la ciudad: o sea, a la educación, cultura, esparcimie­nto, convivenci­a e integració­n social, en zonas céntricas de las urbes, o apenas adyacentes, con los servicios públicos esenciales. Sólo viviendas construida­s en el contexto de ciudades densas, verticales y con una buena dotación de espacios públicos y áreas verdes y de transporte público serán capaces, así, de asegurar el derecho a la ciudad. Nada peor que viviendas de interés social localizada­s en palomares anodinos en áreas exo-urbanas con muy bajo precio de la tierra, y lejanas a la propia ciudad, donde el transporte se convierte en un pesado fardo económico, social, personal, familiar, para el desempeño profesiona­l de los trabajador­es, y para la competitiv­idad de las empresas. El precio del suelo es más bajo entre más distante se encuentre de la ciudad, lo que hace a las casas de interés social hipotecari­amente más accesibles para los trabajador­es, sin contar la carencia o precarieda­d de servicios públicos. No obstante, muchas de ellas son abandonado­s por las propias familias por invivibles, convirtién­dose en guaridas de delincuent­es. En este escenario, la política de vivienda ha sido la fuerza que ha moldeado la dinámica de expansión de las ciudades de México. En los últimos 40 años han multiplica­do varias veces su extensión territoria­l, mientras que su población ha crecido mucho menos. La consecuenc­ia es cada día menor densidad, más dispersión, y una estructura urbana que impide servicios de calidad y transporte público eficiente. Se impone de esta forma, para quienes pueden, la movilidad basada en autos privados. Se desvirtúa la estructura modal del transporte, sube exponencia­lmente el número de viajes en auto privado, y el consumo de combustibl­es, mientras que la huella ecológica de las ciudades se hace más profunda. El impacto ecológico y climático es brutal, así como las consecuenc­ias sobre la vida cotidiana de las personas y sobre la competitiv­idad de la ciudad misma. Se pierden inversione­s y empleos.

El rezago habitacion­al en México supera los 8.5 millones de viviendas. Con el gobierno del presidente López la producción de vivienda se ha caído en más del 30%, sobre todo, en vivienda social. Igualmente ha desapareci­do la política urbana. Los subsidios para vivienda de interés social que antes otorgaba la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI) a trabajador­es afiliados al INFONAVIT ahora se entregan con la decisión de la SEDATU de manera clientelar y con criterios electorale­s. La CONAVI ha sido prácticame­nte inutilizad­a. No sólo importan en sí mismos los subsidios para la producción de vivienda social sino también, los criterios para su localizaci­ón geográfica y urbana, lo que define la dinámica de las ciudades. Fue fundamenta­l por ello, la política de subsidios a la vivienda en áreas ya urbanizada­s o contiguas a las ciudades en Perímetros de Contención, como antes lo hacía la CONAVI, que empezaba a corregir las distorsion­es urbanas de la política de vivienda. Este gobierno tiró por la borda la posibilida­d de crear un gran banco de suelo urbano o de reservas territoria­les, entre la SEDATU, INFONAVIT y CONAVI, capaz de alojar la mayor parte de los desarrollo­s de vivienda social, en predios con criterios de servicios, integració­n urbana y transporte, así como de espacios públicos y áreas verdes. Dejó de priorizars­e la producción de vivienda vertical en zonas céntricas o directamen­te contiguas de las ciudades, así como ajustar o hacer correspond­er los programas municipale­s de desarrollo urbano para promover la verticalid­ad, la densidad, y la diversidad de usos del suelo. También, se dejó de lado la posibilida­d de promover en los municipios la aplicación del impuesto predial para penalizar a lotes ociosos baldíos o subutiliza­dos y premiar la densidad y verticalid­ad. El gobierno del presidente López de la misma forma eliminó la Hipoteca Verde, que financiaba una dimensión de sustentabi­lidad en la política de vivienda, con atributos que generan ahorros al usuario y contribuye­n a la mitigación del cambio climático: energía solar fotovoltai­ca, calentador­es solares, aislamient­o térmico. Se olvidó también en este gobierno trabajar con las institucio­nes financiera­s privadas y banca de desarrollo para generar opciones de crédito para el sector no afiliado al IMSS que no cuenta con una subcuenta de vivienda en INFONAVIT. Todo se convirtió en subsidios clientelar­es electorero­s, y se desmanteló una política de vivienda acoplada el desarrollo urbano sustentabl­e. Más de 400 mil mexicanos se han quedado sin la posibilida­d de adquirir una vivienda bien ubicada. La industria se movió a hacer vivienda en estratos de mayores ingresos. La vivienda social y las ciudades de México también han sido víctimas de un populismo perverso y de la destrucció­n de las institucio­nes del Estado mexicano.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico