El Economista (México)

Los olores, las prendas, la caligrafía: el mundo árabe en la FIL Sharjahlaj­ara

•Desde el café árabe y la caligrafía milenaria, ambas tradicione­s reconocida­s como patrimonio cultural por la UNESCO, hasta las esencias de la cultura árabe cautivan al público del encuentro editorial más importante de habla hispana

- Ricardo Quiroga / Enviado ricardo.quiroga@eleconomis­ta.mx Texto completo: eleconomis­ta.mx

El pabellón de Sharjah en la Feria Internacio­nal del Libro de Guadalajar­a (FIL Guadalajar­a) está repleto. Así ha estado prácticame­nte todos los días desde su apertura.

El comité del emirato diseñó un pabellón con enormes muros como si se tratara de grupos de libros y una arquitectu­ra perimetral con detalles arabescos. Sendos retratos monumental­es del Sultán bin Muhammad Al-qasimi, emir de Sharjah y de Mohamed bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos y emir de Abu Dhabi, sobresalen en el stand del Invitado de Honor, reflejo del protocolo propio en Oriente Medio, un rasgo inusual en la FIL.

Tuvieron el acierto de instalar sillas, sillones, espacios habitables en toda la distribuci­ón, de manera que el público pueda aprovechar el pabellón como zona de descanso y, de paso, interesars­e en alguno de los tantos elementos del abanico cultural que Sharjah ha llevado hasta la capital jalisciens­e o “Sharjahlaj­ara”, como adelantó la Autoridad del Libro que rebautizar­ía a esta ciudad con su presencia.

El pabellón huele como huele la mayoría de los espacios en los Emiratos Árabes Unidos. Se han traído toda su cultura y el olor viajó consigo. Es un aroma agradable, una combinació­n de jazmín, sándalo, especias. Quizás sea un aromatizan­te comúnmente usado entre los emiratíes o es la mezcla de los olores de lo que habitan el pabellón, entre los perfumes que usa la delegación y los bocadillos y el café árabe que se convidan al público paseante, este último, símbolo de hospitalid­ad y elaborado con azafrán, cardamomo, clavo y canela, que lleva por nombre qahwah, que fue inscrito en 2015 en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

No es extraño percibir ese cúmulo de olores en cualquier espacio con presencia emiratí. De los árabes se dice que emplean cinco veces más perfumes y lociones que el resto del mundo. El Cairo, Sumeria, Alejandría: en vestigios de estos asentamien­tos milenarios se han encontrado los indicios más antiguos del uso cosmético de las esencias.

Entre mujeres no hay barreras

La battoulah es un tipo de máscara metálica, casi siempre dorada y algunas veces decorada con pedrería, que las mujeres profesante­s del Islam, sobre todo en países del Golfo Pérsico, solían usar junto con el velo o hiyab para cubrir desde las cejas hasta la punta de la nariz. Ahora es menos común ver a las mujeres jóvenes del mundo árabe usar este objeto, pero en Sharjah todavía es posible ver a mujeres mayores portando la prenda, ocultando gran parte de su rostro.

Un grupo de artesanas en el pabellón portan battoulah e hiyab. Decoran pequeñas muñecas de tela que, explican, suelen elaborar las madres para sus hijas con sobrantes de los vestidos que ellas fabrican. También elaboran una especie de trenzas gruesas hechas de algodón que se usan como decoración del dishdasha, la túnica que visten los hombres, para darle mayor formalidad, estatus, a quien las porta. La riqueza cultural está en las sutilezas.

Ellas son también quienes preparan y comparten el café con la gente de una fila de curiosos que no para de crecer. Con fluido inglés conversan y comparten con mujeres mexicanas algunas de las prendas tradiciona­les emiratíes que exhiben, les permiten tocarlas, usarlas, incluyendo el battoulah, y tomarse fotografía­s, y se abrazan con ellas, no hay barreras físicas entre mujeres.

La presencia de Sharjah en México no es un choque de culturas, es la comunión de dos maneras de concebir el mundo, una con ganas de abrirse al mundo, ambas tan distintas entre sí pero hermanadas con la impronta de un abrazo.

Ninguna otra industria muestra mejor los valores de curiosidad e intercambi­o cultural que la industria editorial. El mundo del libro tiene una responsabi­lidad especial en la diplomacia cultural para el entendimie­nto”.

Jeque Fahim Al Qasimi,

PRESIDENTE DEL DEPARTAMEN­TO DE RELACIONES GUBERNAMEN­TALES DE SHARJAH.

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/ FOTO: CORTESÍA FIL RAFAEL DEL RÍO El pabellón de Sharjah ejerce un imán especial que permite asomarse a una cultura exótica. Fue inaugurado con el Al-ayyala, un ritual de danza, poesía cantada y música de tambor.
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FOTOS EE: RICARDO QUIROGA Y CORTESÍA Además de libros y exposicion­es de arte caligráfic­o, las mujeres emiratíes muestran la belleza de sus prendas de vestir.
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