La genuina pena de una vida breve
La noticia fue terrible y conmocionó a la ciudad entera. Artículos, elegías y oraciones fúnebres se publicaron durante semanas, y aunque los ojos no quisieran ver y los oídos se resistieran a escuchar, todos supieron que era cierto: Manuel Acuña, joven poeta, estudiante de medicina, había consumido una cantidad mortal de cianuro de potasio y se había quitado la vida. Su cuerpo inerte había sido descubierto en la habitación número 13 de los dormitorios estudiantiles de la Escuela Nacional de Medicina, la mañana del 6 de diciembre de 1873.