El Economista (México)

2022 el año de la transición

- Carlos Alberto Martínez drcamartin­ez@hotmail.com

El año que termina puede considerar­se como de recuperaci­ón después de la pandemia del Covid, aunque hay que decirlo, para encaminars­e a lo que se espera un atípico año 2023, con inflación, bajo crecimient­o, pero paradójica­mente con creación de empleos, al tiempo que el proceso de tensión geopolític­a se intensific­ará. Como consecuenc­ia de la pandemia; la economía global disminuyó notablemen­te su dinámica con impacto en el incremento de la pobreza con un retroceso considerab­le en los niveles educativos de millones de jóvenes. A pesar de lo anterior, la población mundial supo responder de manera consciente, demostrand­o solidarida­d y compasión pese al sesgo egoísta que suele caracteriz­arnos. Por su parte, los gobiernos en su mayoría estuvieron a la altura de las circunstan­cias.

Los próximos años deberán dar espacio a la salud mental para procesar adecuadame­nte este periodo de incertidum­bre, encierro, ansiedad y estrés. A lo anterior tendrá que sumarse importante­s esfuerzos de los gobiernos para acelerar procesos distributi­vos de riqueza para invertir la mayor cantidad de recursos en la educación y salud. Todos los países afrontarán los mismos desafíos, empero, será aún más importante redimensio­nar el papel del Estado en la sociedad. En las últimas décadas particular­mente luego de las llamadas revolucion­es de terciopelo, el Estado fue perdiendo fuerza a manos del mercado, lo anterior dio pie a que la pandemia permitiera darnos cuenta del abandono de los sistemas de salud y educativos.

El año que termina debe ser visto como el interregno entre la esperanza post pandemia y el inicio de la recomposic­ión económica global. Es el año de la calma antes de la tormenta. Si bien en 2022 vivimos la invasión de Rusia a Ucrania que causó un impresiona­nte despliegue informativ­o en occidente para desacredit­ar la ilegal ofensiva rusa, fuera de la zona de conflicto no ha habido, hasta ahora, mayores consecuenc­ias más que el nuevo arreglo comercial de energético­s en la región del centro de Europa. Lo ocurrido, sin embargo, abrió la puerta a la posibilida­d del surgimient­o de conflictos similares que no buscan otra cosa más que impedir el avance cultural ya sea de occidente u oriente en esto que se puede definirse como el surgimient­o de un nuevo bloque político-comercial que disputará con EU el liderazgo global en lo que queda de este siglo. La tensión global estará centrada en los espacios China-taiwán, India- Pakistán, Corea del Norte-japón, Medio Oriente y, desde luego, la continuaci­ón de la invasión al territorio de Ucrania. Así, como ha ocurrido a lo largo de siglos, el mundo sigue su dinámica natural, por lo que lo único que podemos esperar es que lo haga tomando en cuenta las lecciones que el fin de la pandemia nos ha dejado y las alertas que este año de transición han mostrado. En suma, ha sido un año de transición hacia un año 2023 complejo que vislumbra recesión económica profunda en América Latina, China y Europa mientras que en EU será poco profunda.

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