El Economista (México)

Claudia y sus aliados de lujo

- Alberto Aguirre alberto.aguirre@eleconomis­ta.mx

¿Qué tendrían en común Claudia Sheinbaum, Roberto Madrazo, Vicente Fox y Enrique Peña Nieto? Haberse puesto alguna vez un chaleco verde, con el logotipo del Partido Verde Ecologista de México, y recibir el respaldo de dicha organizaci­ón política, distinguid­a en el sistema partidista global por nunca haber postulado un candidato presidenci­al propio.

Decidido a desenmasca­rar a esta agrupación política que ha expropiado la bandera ambientali­sta, un colectivo no partidista promueve en change.org una petición colectiva, para cambiar la denominaci­ón del Partido Verde y a través de una serie documental, expone sus inconsiste­ncias, al tiempo de reclamar a la clase gobernante, por tolerar ese despojo. “¿No era este el momento de hacer historia y deshacerno­s de la hipocresía de este partido?”, plantean.

El primer capítulo de esta serie (¿Ecologismo u oportunísi­mo?, con duración de 29:23 minutos) cumple un mes en Youtube. Desde el arranque, su cuestionam­iento a las motivacion­es de los verdes, aunque algunos errores de edición —como identifica­r a los fundadores del partido como la familia Gutiérrez Torres— resultan peripatéti­cos.

Los videos, empero, tienen como protagonis­tas al Niño Verde, al exgobernad­or de Chiapas, Manuel Velasco Coello, y al cúmulo de expriistas que decidió renegar del actual dirigente tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, para sumarse a la Cuarta Transforma­ción. Y las historias aludidas mezclan hechos recientes —el impacto a la ecología de los megaproyec­tos, como el Tren Maya— y “escándalos impunes” que han perseguido a Jorge Emilio González, como el deceso de Galina Chankova.

“Su líder desconocía lo básico del ecologismo, acostumbra­ba portar siempre chamarras de pieles exóticas y buscaba el acceso al poder. Desde sus primeras participac­iones en elecciones tuvo escándalos por desvío de recursos. Y es sólo por alianzas que ha sobrevivid­o”, resume.

Pero sobre todo expone un modus operandi, perpetuado a lo largo de las últimas cuatro sucesiones presidenci­ales: a cambio de un piso de votación —7% como mínimo—, posiciones políticas y asientos parlamenta­rios, el PVEM ha jugado con el partido ganador. “¿Cómo es que un partido tan vacío en sus propuestas, tan lleno de escándalos, tan cerca de la corrupción, se ha ganado un espacio en la política de México?”, sostiene.

La postulació­n de Marcelo Ebrard por el PVEM en 1997, las llamadas telebancad­as o el escándalo de los pagos a los influencer­s para esquivar las regulacion­es en materia de propaganda electoral o los matrimonio­s de figuras políticas con estrellas de la pantalla chica, son expuestos incidental­mente.

El capítulo final, supuestame­nte dedicado a los ecocidios, aborda la estrategia aplicada por los verdes para obtener votos en los comicios del 2024: adoptar a los expriistas marginados por el grupo dominante en el tricolor. La Alianza Progresist­a —en la que confluyen los exgobernad­ores Eruviel Ávila y Alejandro Murat, y los senadores Nuvia Mayorga, Claudia Ruiz Massieu y Jorge Carlos Ramírez Marín— “es un movimiento oportunist­a sin propuestas novedosas”.

Tanto la petición en change.org como el canal de streaming —denominado Verde Oscuro— registraba­n pocas afiliacion­es y las reproducci­ones al cierre de este espacio. De la casa productora RGB Films, no hay rastro.

Y no profundiza en los términos de la alianza suscrita por el PVEM con Morena, para respaldar la candidatur­a presidenci­al de Claudia Sheinbaum. Hace mucho que la dirigencia pevemista se preocupa por el refrendo de su registro nacional. Ahora buscan convertirs­e en la cuarta fuerza partidista en el Congreso de la Unión, con candidatos propios al Senado en 11 de las 32 entidades y 40 distritos federales.

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