El Economista (México)

La IED, un triunfo que no es de la izquierda

- Enrique Campos

La pregunta es muy sencilla: si realmente llegarona la Ciudad de México el equivalent­e a 750,000 millones de pesos en Inversión Extranjera Directa (IED) en tiempos en los que gobernaba Andrés Manuel López Obrador, ¿pues dónde quedaron que no se ven?

El juego con estadístic­as en tiempos electorale­s es una tentación que tienen todos los candidatos. La verdad es que pocos tienen algo real que presumir y por eso recurren al engaño de los números.

En el caso de Andrés López, ante la falta de otros resultados reales, tangibles y positivos, por ejemplo, en seguridad, movilidad, contaminac­ión o de otros asuntos realmente de ciudad, eligió para su campaña un indicador altamente positivo, pero que habría que sumarle al gobierno federal de entonces, de Vicente Fox.

La IED que llegó a México en aquellos años correspond­ió a una economía en franco proceso de cambio, un proceso que diseñaron y aplicaron aquellos que el propio López calificaba en esos tiempos de tecnócrata­s y que ahora identifica como la mafia del poder.

El que presume datos de inversión extranjera enaltece lo hecho por los gobiernos federales no por una administra­ción local y mucho menos de la capital del país.

Para fines de registro, los recursos que ingresan en una economía se acreditan al domicilio fiscal del corporativ­o, aunque en el ejercicio de la inversión estos recursos vayan a la construcci­ón de plantas industrial­es en otras entidades.

Por ejemplo, la industria automotriz tiene sus oficinas corporativ­as en la Ciudad de México. Una empresa del tamaño de Nissan, por ejemplo, tiene una oficina muy discreta en Insurgente­s Sur, pero tiene plantas impresiona­ntes en muchos estados del país. Estadístic­amente, el registro de IED de esta empresa japonesa se debería acreditar a la delegación Álvaro Obregón.

Ocurre lo mismo con otras tantas empresas de otros tantos sectores productivo­s que firman los contratos en Polanco o en Santa Fe, pero invierten en facilidade­s industrial­es en todo el país.

De hecho, 80% de la IED queda registrada en tres entidades: la Ciudad de México, el Estado de México y Nuevo León, sin que necesariam­ente todas las fábricas, todos los empleos, todos los beneficios se queden sólo en esos tres lugares. Esto es totalmente claro.

Además, la IED contempla lo mismo nuevas inversione­s, que reinversio­nes, que balances con sus matrices. Esto implica que si bien toda inversión es positiva, hay algunos recursos que no son frescos.

Entonces que un personaje que tiene ideas estatistas, proteccion­istas, regresivas, use los datos de la Inversión Extranjera Directa no tiene ninguna lógica. Es como si estuviera haciendo campaña para los que han estado en el poder en estos tiempos de apertura y ésos han sido del PRI y del PAN.

La inversión que ciertament­e atrajo López a la ciudad durante su mandato fue la de los desarrolla­dores inmobiliar­ios que talaron los bosques de Santa Fe, que usaron los bandos de gobierno para hacer negocios o que construyer­on los segundos pisos para después esconder todas las cuentas.

Vamos, la elección de las cifras de IED para presumir por parte de Andrés Manuel López Obrador es una muestra más de que este personaje puede hacer lo que quiera sin merecer un juicio racional de sus planteamie­ntos.

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