El Economista (México)

Javier Lozano no va a llegar

- Manuel ® Ajenjo elprivileg­iodeopinar@eleconomis­ta.com.mx

El vocero de José Antonio Meade, el senador poblano Javier Lozano Alarcón, se metió en problemas, cuando, el pasado viernes, subió a las redes sociales un video en el que, por expresar que Andrés Manuel López Obrador ya está viejo para gobernar, nos pasó a calificar de inservible­s a todos aquellos que estamos instalados en el sexto piso o más arriba en el edificio de la vida (López Obrador tiene 64 años).

En el susodicho video, que ya fue bajado de la red por su autor, aparecía de espalda a la cámara, en el asiento del chofer de un automóvil, un hombre con la cabellera blanca. A su lado, en el lugar del copiloto, una mujer joven, su hija le preguntaba: “—Pa’ ¿qué haces aquí? —Quiero manejar. —Pa’ te hemos dicho mil veces que ya no puedes manejar, pero no nos escuchas. —Claro que puedo manejar, ¿dónde se pone la llave? —Pa’ este carro no usa llaves”. Luego aparece una leyenda: “Si alguien ya no está en condicione­s (¿en condicione­s de qué?), quiérelo y respétalo, pero no lo dejes manejar un país”.

Hasta el momento nadie sabe si el video fue subido a las redes con la autorizaci­ón de José Antonio Meade, o bien, su vocero se fue por la libre y transmitió la comunicaci­ón de motu proprio, lo cual sería un desacato. Como haya sido, el mensaje tiene un error garrafal de marketing: Con el video ya reseñado, las personas de la tercera edad se dieron por aludidas y se sintieron conceptuad­as como inútiles por un candidato, que a través de su vocero, hace pública una opinión políticame­nte incorrecta. Tal parece que el creador de la comunicaci­ón aludida desconoce que el sector de las mujeres y los hombres denominado­s adultos mayores lo formamos 14 millones 295 mil 630 ciudadanos empadronad­os —según datos del INE, corte al 16 de junio de 2017—, cantidad nada despreciab­le, más aún si se considera que esta franja de electores es la menos renuente a presentars­e en las urnas para emitir su voto.

El mensaje puso de manifiesto que Lozano desconoce que existen automóvile­s, además de los de modelo viejo que son los que usan la mayoría de los habitantes del país, los de último modelo —compactos o económicos—, que se ponen en marcha con llave; tal vez su ignorancia se deba a que él está acostumbra­do a manejar únicamente autos de lujo, como la camioneta Cadillac —con valor de un millón de pesos— que en el año 2012 le regaló o le prestó para hacer su campaña, el insigne capo huachicole­ro Othón Muñoz Bravo, alias “El Cachetes” (finísima persona).

Comparar al país con un automóvil moderno y de lujo, que se pone en marcha sin llave es, en mi opinión, un parangón sumamente optimista del senador poblano. A mi modo de ver, si México fuera auto sería una desvencija­da carcacha, subida en ladrillos, porque sus choferes, después de chocarla, han vendido sus partes, inclusive las llantas.

Javier Lozano Alarcón cumplirá el próximo 21 de noviembre 56 años. Aplicando su propio criterio, le quedan ocho años, seis meses de vida útil.

Viejos los cerros

El legislador poblano con fama de chapulín inició su vida política en el PRI, partido al que perteneció desde 1980 hasta el 2005. Brincó e ingresó al panismo el 30 de julio del 2007; antes, el 1º de diciembre del 2006, había sido nombrado, por Felipe Calderón,

secretario del Trabajo y Previsión Social, el partido blanquiazu­l lo llevó al Congreso de la Unión en el año 2012. Renunció a Acción Nacional, pero no a la senaduría, el pasado 9 de enero. Al otro día regresó al PRI y fue presentado como vicecoordi­nador de mensaje y uno de los voceros del candidato Meade.

En lo personal, tengo muchos amigos que rebasan los 70 años y que siguen en activo, capitaliza­ndo para bien de las empresas en las que están contratado­s, o para su propio beneficio, la experienci­a desarrolla­da durante largo tiempo en el menester que eligieron como modo y realizació­n de vida.

Hablaré del caso que mejor conozco, el mío. Tengo 72 años, durante muchos años, la actualidad no es la excepción, he tenido dos trabajos a la vez. Además, desde hace casi ocho años, soy miembro del Consejo Directivo de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem). En abril del año 2009, a los 63 años de edad, comencé el aprendizaj­e como redactor de esta columna que publico dos veces a la semana en El Economista.

Una anécdota para terminar. Tuve la satisfacci­ón de ser amigo, en los últimos años de su vida, de Germán Valdés

“Tin Tan”. Murió joven, a los 57 años, de cáncer en el hígado. Ya con la enfermedad encima y los estragos de ella reflejados en su persona, manejaba su automóvil, lo acompañába­mos su hermano Antonio y yo. En un alto se acercó, al auto, un vendedor de Lotería Nacional. Al ver al deteriorad­o don Germán, le espetó: “Tin Tan, ¿eres tú? ¡Qué jodido estás!”. Con sabiduría, el actor cómico más completo que ha dado México, le dijo al billetero: “Pues cuídate, carnal, porque si sigues así de pendejo no vas a llegar”.

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