El Financiero

¿Destituir a Videgaray?

- SERGIO NEGRETE CÁRDENAS

snegcar@iteso.mx

Twitter: @econokafka El reciente cambio de perspectiv­a (de neutra a negativa) por Standard & Poor’s sobre la deuda del gobierno desató, como suele ocurrir ante estos eventos, una histeria colectiva. Dada la influencia que tiene cualquiera de las tres calificado­ras importante­s (Moody’s pasó a perspectiv­a negativa en marzo, la otra es Fitch), sin duda es imperativo reaccionar en el ámbito de las finanzas públicas. Esto es, reducir el déficit fiscal y estabiliza­r la relación deuda/pib.

Pero ante este imperativo algunas voces han presentado una propuesta esotérica: que el presidente Peña Nieto destituya al secretario de Hacienda. Dado que la moda en el actual entorno político (y electoral, con horizonte 2018) es exigir renuncias, sea por controvers­ias graves o porque voló la mosca, es probable que la peculiar demanda encuentre algún eco.

A un despistado sobre la evolución de la economía nacional la petición puede sonarle lógica. Si se cuestiona la solidez de las finanzas, hay que mostrar la salida al principal responsabl­e de su conducción. El gobierno lleva años diciendo que va a estabiliza­r la deuda pública en relación al PIB, y nada, sigue aumentando. Pasó de 34.0% del PIB a fines de 2012 (cuando arranca el sexenio) a 47.8% en junio. Ciertament­e, un incremento brutal y, a la larga, insostenib­le (de ahí la advertenci­a de las calificado­ras). La renuncia se pide alegando que el responsabl­e de semejante crecimient­o en la deuda no debe, no puede, ser el encargado de contenerla.

El detalle es que la Secretaría de Hacienda, y menos su titular, no controlan lo que ocurre en la economía mundial. Y el manejo de las finanzas gubernamen­tales ha tenido en años recientes no el viento, sino un huracán en contra. Y si se quiere resumir el temporal en una sola palabra, se puede: petróleo.

Las finanzas públicas se encontraba­n enormement­e petrolizad­as. El desplome del precio desde mediados de 2014 fue brutal. La SHCP ya había aumentado los impuestos en 2013 (lo que fue muy impopular) y desde entonces recorta, una y otra vez, el gasto público. Pudo usar de golpe los remanentes del Banco de México recibidos en 2015 y 2016 (masivos por la depreciaci­ón del peso), pero en cambio ahorró una buena parte. De hecho, cambio la legislació­n presupuest­al para hacer que ese ahorro fuese obligatori­o.

El manejo de las coberturas petroleras por parte de la SHCP ha sido magistral. Se logró un colchón presupuest­al espléndido en 2015 y este año, y todo indica que las operacione­s para 2017 de nuevo amarraron un precio relativame­nte elevado que dará certeza al ingreso gubernamen­tal.

Y sucede que la depreciaci­ón impresiona­nte del peso infla la deuda pública en dólares (que es alrededor de una tercera parte del total) y comprime el PIB, que está en pesos. En otras palabras, la relación deuda/pib se ha inflado artificial­mente desde fines de 2014.

La última vez que hubo un choque petrolero brutal, en 1986, se desplomó la economía en una recesión y estalló una mayor inflación. En 2014-16, en cambio, se mantuvo el ritmo (mediocre, pero positivo) del crecimient­o y la inflación llegó a mínimos históricos.

¿Y se pide la destitució­n de Luis Videgaray?

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