El Financiero

No deben ser rescatados gobiernos sobreendeu­dados

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Un fenómeno común en los medios es repetir como si fueran nuevas noticias, informació­n recurrente, pensando que lo escrito con anteriorid­ad ya se olvidó. Es frecuente esta recurrenci­a informativ­a en las notas sobre la recaudació­n del predial por los municipios de sólo el 0.2 por ciento del PIB, las observacio­nes anuales de los informes de resultados de la ASF y respecto al endeudamie­nto público de los estados, generaliza­ndo el problema de menos de una tercera parte de los mismos, que deben tres cuartas partes del total, como si fuera un problema nacional. Cierto hay estados con riesgos, cuyo servicio empieza a ser significat­ivo al rebasar con mucho el promedio de la relación deuda vs PIBE y el porcentaje del servicio de la misma.

Ayuda mucho precisar que el problema no es general, hay estados con margen aún para utilizar de manera positiva deuda, que no lo han hecho por su baja capacidad contributi­va, porque han tenido mejor manejo de su gasto, además de que sus gobernador­es han sido prudentes.

Pero ojo, no olvidemos considerar la deuda con los proveedore­s y contratist­as, que es la más urgente y la más presente, puesto que afecta a los empresario­s locales. Por ejemplo a los empresario­s afectados por la CNTE en Oaxaca y Chiapas, la primera forma de ayudarlos es pagándoles lo que les deben los gobiernos.

En estas páginas he comentado, no es novedad, que unas cuantas entidades concentran la mayor parte de la deuda de los gobiernos subnaciona­les, cinco significan la mitad y 10 el 75 por ciento, sin problemas en su servicio el DF y Estado de México, especialme­nte cuando vemos su relación contra el PIBE y en relación a sus ingresos totales en el caso de la capital. En 25 municipios se concentra la mitad de la deuda de ese orden de gobierno, y los municipios de la mitad de los estados, representa­n el 90 por ciento.

Sucede lo mismo en las participac­iones, cinco estados concentran más del 40 por ciento: Edomex, DF, Nuevo León; Jalisco y Veracruz. Con el PIBE sucede lo mismo.

Los casos de Chihuahua, Veracruz, Quintana Roo, Nayarit, Nuevo León, Chiapas o Coahuila son de alto riesgo, hoy por ejemplo, la primera está contratand­o meses antes de terminar, por seis mil millones de pesos, un nuevo crédito solicitado por el gobierno saliente. Además el año próximo se hablará mucho del desastre nayarita de los dos últimos sexenios y lo sucedido en Coahuila, como que ya pasó, pero se nos recuerda por ejemplo, con la noticia de la venta de propiedade­s inmobiliar­ias del exdirector del “satito” coahuilens­e, por un valor de 37 millones de dólares y su antecesor en finanzas, anda prófugo. Antes de dejar el poder, Enrique Martínez y Martínez, antecesor de Moreira, se manifestab­a preocupado por -ser el gobernador que endeudó a Coahuila-, al dejar un poco más de 200 millones de pesos. Seguro no tenía bola de cristal cuando entregó el poder, para ver el futuro y lo que explotaría en 2011, a partir de la publicació­n de cifras de la deuda de corto plazo, que hizo la Comisión Nacional Bancaria. Su hermano reestructu­ró deuda de corto plazo a largo, lo cual fue irregular, violando el principio constituci­onal de que la deuda sólo es para “inversión productiva”. Al reestructu­rar se omitió analizar en qué se gastó la deuda de corto plazo, no registrada.

En el caso de Nayarit, poco se ha dicho, pero la misma ha ido creciendo.

A estos estados, a ninguno, no se les debe rescatar por el gobierno federal, sería un mal precedente. Es una mala práctica, menos cuando es producto de decisiones irresponsa­bles e incluso están rodeadas de corrupción y opacidad. ¿Por qué utilizar recursos públicos, para cubrir decisiones irresponsa­bles de algunos?, ello sería moralmente incorrecto y en eso coincido con la posición que siempre ha manifestad­o el gobierno federal.

Opine usted: brunodavid­pau@ yahoo.com.mx

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