El 51 de México en el WEF refleja empresarios mediocres
Casi siempre se enfatiza que la posición de México en el Índice de Competitividad Global que publica el Foro Económico Mundial (WEF) es inadecuada por problemas de gobierno: corrupción y crimen aparecen consistentemente. Este año no es la excepción, la variable “crimen organizado”, por ejemplo, nos arroja al sitio 135 de 138 países evaluados. No obstante, el desempeño de las empresas en México tampoco nos pone en los primeros sitios de la tabla. Es decir, aunque este año brincamos 6 lugares en la clasificación general, persisten retos importantes en lo referente al desempeño de las empresas. No toda la culpa es del gobierno. Veamos.
Una de las variables que más llama la atención es la “calidad de los proveedores locales”, donde aparecemos en la posición número 42, lo cual no corresponde con la supuesta virtud nacional en cadenas de proveeduría. En otras palabras: ¿cómo podemos ser el país número 8 en manufactura de autos en el planeta, ensamblar tantas TVS y refrigeradores, y al mismo tiempo tener una proveeduría que competitivamente no clasifica en los primeros 20 sitios de la tabla?
Hay más ejemplos onerosos que dejan mal parados a los empresarios: el WEF evalúa la “disponibilidad para delegar autoridad” al interior de las empresas. Ahí México se desfonda a la posición número 67. Esto significa que las empresas del país no son capaces de habilitar nuevos mandos, ni de transferir responsabilidades. La consecuencia puede ser tan funesta para los negocios como la corrupción misma, porque no podrán responder ágilmente a un mundo cambiante.
También resulta altamente preocupante la variable “naturaleza de la ventaja competitiva”, donde el WEF evalúa si los empresarios tienen clara su estrategia. México aparece en el lugar No. 76, mismo sitio que ocupamos en la variable “inversión en Investigación y Desarrollo”.
Que no se quejen los empresarios de las responsabilidades del gobierno por no poder clasificar nunca en los primeros 20 países en el reporte del WEF. Ellos también tienen mucho que mejorar. Hay avances, y es justo reconocerlo, pero deben apresurarse, porque en el mundo desarrollado hay temas completamente superados por parte de las empresas, como su gran inversión en I+D, o sus amplias capacidades para delegar responsabilidades y mejorar la calidad de sus productos.
Eso sí, el que debe estar feliz con el ranking del WEF este año debe ser Agustín Carstens, el Gobernador del Banco de México: nuestro país aparece clasificado en la posición número uno en la variable “inflación”. Esto indicaría que no hay otro banco central en el mundo que este año haya podido calibrar tan perfectamente la política monetaria para controlar el nivel de precios. Fenomenal.