Elecciones y confusiones
El día de ayer hubo elecciones en Austria y referéndum en Italia. Las elecciones austriacas son la enésima vuelta. Bueno, en realidad, es la repetición de la segunda vuelta, que ocurrió en mayo, pero que fue descalificada por la Corte. En la primera vuelta, Norbert Hofer, del partido de la Libertad, alcanzó millón y medio de votos, seguido por Alexander Van der Bellen, de los Verdes, con 900 mil. Para la segunda vuelta, ambos candidatos superaron los dos millones de votos, pero como le digo, la Corte anuló ese proceso y lo repitieron ayer. El señor Hofer fue derrotado, según toda la información con que cuento al momento de escribir estas líneas.
El partido de la Libertad, del que era candidato Hofer, es un partido, como dicen, de derecha populista. Ya sabe usted que creo que estas etiquetas geométricas no ayudan, pero así se sigue diciendo. En realidad, se trata de una organización filo-nazi, originada en un grupo previo, dirigido por un exss, para que no haya duda. Hofer promovió una plataforma nacionalista, antimigración y a favor de las armas. Perdió por muy poco en mayo, perdió más ampliamente (según parece) el día de ayer.
En Italia el referéndum era totalmente diferente. Matteo Renzi, jefe de gobierno, propuso una reforma que permitiera a Italia salir del atolladero en que ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial. Platicamos de ello hace unos días (“Cambiar de gobierno”, 23-nov), y ya decíamos entonces que no era el primer intento de reformar el gobierno italiano. Otros anteriores no habían fructificado, y éste tampoco. Parece que Renzi ha perdido de forma abrumadora (60-40), y no le queda sino cumplir su promesa de renunciar en caso de no obtener apoyo popular. Es una muy mala noticia para Italia, que pierde competitividad a gran velocidad, y tiene una de las poblaciones con más edad y menos nacimientos en el mundo. No tienen cómo sobrevivir en el mundo actual, aunque resistan gracias a algunos sectores. Habrá quien crea que esta frase es excesiva, pero no está de más recordar que hace cien años Italia expulsaba población a ritmos muy superiores de los que México jamás ha alcanzado. Y si quiere leer algo interesante, de Carlo Levi, “Cristo se detuvo en Éboli”.
Las elecciones de este año se han agrupado, en la mente de muchos, como si fuesen un solo proceso. Así, hablan del Brexit, Trump, el plan de paz de Colombia, la elección de Austria y el referéndum de Italia, como si fuesen una sola cosa. Y le ponen o quitan importancia a cada una para fortalecer una hipótesis previa: que hay creciente populismo de derecha. En eso, Brexit, Trump e Italia sirven, Austria no, y Colombia confunde, pero igual juntan todo.
Yo insistiría en que estamos usando herramientas del pasado para tratar de entender lo actual, y no nos sirven. Colombia e Italia son procesos que no tienen nada que ver con los otros tres. Si Colombia desechó el plan de paz original, la razón hay que buscarla en su dinámica política interna y en el plan en sí mismo. Y algo similar hay que hacer en el caso de Italia. En las otras tres elecciones, dos (Brexit y Trump) parecen ir en una dirección mientras que Austria va con rumbo opuesto. Creo que en los países anglosajones vemos una angustia que no aparece en Austria, posiblemente debido a una mayor aceleración tecnológica en aquéllos, que favorece propuestas antisistémicas. Pero, además, no parece que en ninguno de los casos haya sustrato para que una opción claramente racista (o fascista) tenga éxito. Recuerde que Trump no ganó el voto popular, y que Brexit ni tiene esa implicación, ni fue un triunfo holgado.
Sigo pensando que lo que vemos es algo diferente a lo que estamos acostumbrados a imaginar.
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