La renegociación del TLCAN
El gobierno norteamericano anunció la renegociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá (TLCAN) para obtener un “comercio justo”, partiendo del criterio que el déficit que tiene con nuestro país provoca desempleo y la quiebra de sus empresas. Sin embargo su déficit comercial total fue superior a los 500 mil millones de dólares el año pasado, mientras que sólo fue de 60 mil millones con México, lo que representó el 0.2% de su PIB, disminuyendo de manera importante en los pasados años. Además, existen estudios que muestran que el mismo puede ser todavía inferior tomando en cuenta las importaciones que realiza México para ser reexportadas posteriormente.
Hay que recordar que los países tienen déficit comercial como resultado de sus políticas económicas internas, por las cuales provocan una demanda interna total mayor que su oferta interna, diferencial que se cubre con las importaciones de otros países. El reducir las importaciones provenientes de México, sin los cambios internos que requiere ese país, sólo provocará que las importaciones provengan de otros países. El considerar que nuestro país sea el responsable del desequilibrio comercial de aquella nación es sobreestimar nuestra capacidad productiva.
El hecho de que tengamos un superávit comercial con los Estados Unidos significa que exportamos más de los que importamos de ese país. Es decir, les entregamos mercancías y bienes en exceso de los que ellos nos venden y a cambio obtenemos sólo papeles impresos (es decir, dólares). Esto es, entregamos a sus consumidores y empresas frutas y verduras, aparatos electrónicos, automóviles y aviones, así como millones de mercancías adicionales y a cambio nos proporcionan papeles impresos, de manera fácil por su gobierno, que se guardan en las reservas de nuestro banco central y nos dicen que esto es “injusto” para ellos. Para una persona en particular esto es un mayor patrimonio, pero para un país el tener más papeles no lo vuelve más rico.
La renegociación del TLCAN ha preocupado a diversos sectores y grupos empresariales no sólo de México sino también dentro de los Estados Unidos. Por ejemplo, las cadenas comerciales están muy nerviosas de que se impongan mayores aranceles (impuestos a las importaciones) a los productos provenientes de México porque elevarían los precios de sus productos, reduciendo así sus ventas y utilidades.
Otros que se verían afectados en el vecino país del norte son diversos sectores manufactureros como el automotriz, el de aviones, el electrónico y otros más que tienen sus procesos productivos integrados en ambas naciones. Por ejemplo, se estima que cerca del 40% de los componentes de los automóviles que exporta México es a su vez importado previamente de los Estados Unidos. Por lo mismo, restringir las exportaciones de México significa que importaremos menos de aquel país, provocando desempleo aquí pero también allá. El rehacer los procesos productivos en ambas naciones sería muy costoso y tardado elevando los precios para los consumidores norteamericanos.
Otro impacto negativo del anuncio de la renegociación del TLCAN es la incertidumbre sobre los cambios de los aranceles y los diversos acuerdos que están en vigor, lo cual devalúa al peso. Pero este aumento del precio del dólar frena las importaciones de los productos norteamericanos y abarata los mexicanos, provocando un incremento en el déficit comercial, lo contrario de lo que pretendía originalmente. Esto no sólo afecta a la balanza comercial, sino también a la de servicios como ocurre con el turismo, como se puede constatar en esta Semana Santa, con la disminución en los ingresos en hoteles y centros comerciales de aquel país.
Un tema importante adicional es la dificultad de renegociar un tratado tan complejo como es el TLCAN, que lleva operando más de dos décadas, el cual tiene que ser aprobado por los poderes legislativos de los tres países, donde están representados todos los sectores del país con intereses frecuentemente encontrados. Esta negociación tiene tiempos previstos en las leyes, que hace muy difícil que se pueda terminar en este año. Esto le agrega la dificultad de que tanto en México como en los Estados Unidos habrá elecciones en el 2018, por lo cual existe una alta probabilidad de que el tema se politice y que sea motivo de discusión en las campañas electorales, los que haría más difícil su aprobación de manera ágil.
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* Economista