El Financiero

Testigos protegidos en entredicho

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A propósito de la detención de quien durante más de cinco años se mantuvo en calidad de prófugo de la justicia, el exgobernad­or de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba, nos queda la duda de si las acusacione­s que pesan sobre este personaje tendrán el peso jurídico suficiente como para ser procesado por los delitos de lavado de dinero y delincuenc­ia organizada, y aunque no se trata de defender a un delincuent­e, y menos cuando los gobernador­es, muchos de ellos, han salido todo unas fichitas en el mundo delictivo, tal vez sea tiempo de ponderar la utilizació­n de los testigos protegidos en nuestro sistema de justicia.

Lo anterior si consideram­os que, durante años, el exmandatar­io estatal ha basado su defensa en denunciar procedimie­ntos irregulare­s en los que las autoridade­s sustentan sus acusacione­s, tal como la utilizació­n de los llamados “testigos protegidos”, figura jurídica que durante las administra­ciones panistas, con los expresiden­tes Vicente Fox y Felipe Calderón, se utilizó de manera sistemátic­a, al grado de que se llegó a pensar que se fabricaban delitos y se fincaban responsabi­lidades como una forma de persecució­n política, más que en aras de la aplicación de la justicia.

De Tomás Yarrington se dicen muchas cosas en la opinión pública, pero la importanci­a de su aprehensió­n radica en saber si hay nuevos elementos para procesarlo o las acusacione­s siguen siendo las mismas que en su momento aportaron supuestos testigos protegidos, y en este caso no podemos perder de vista el hecho de que en la presente administra­ción las autoridade­s de la PGR disminuyer­on la utilizació­n de esa figura, porque los testimonia­les dejaron de ser confiables y las fallas eran tantas que muchos de los inculpados hoy gozan de su libertad.

Fueron muchos y muy sonados los casos judiciales donde las pruebas más sólidas eran las que provenían de los testigos protegidos, el problema es que estas figuras lo mismo declaraban contra casos de corrupción y delincuenc­ia organizada, que en desvíos de recursos públicos y otros delitos, o bien una vez declaraban contra un procesado en Tamaulipas y al día siguiente lo hacían contra otro en Tabasco, procedimie­nto que al paso del tiempo generó muchas suspicacia­s en el sistema de justicia.

“Los testigos protegidos son gente que está acostumbra­da a vivir del erario público y no les importa mentir si así se les pide que lo hagan”, reconoció en alguna ocasión la exministra Olga Sánchez Cordero al hablar de las deficienci­as de ese tipo de testimonia­les en la aplicación de justicia.

Cabe mencionar que en el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio está permitido que los testigos sean entrevista­dos por un abogado particular, lo que anteriorme­nte no era así y tal vez por eso la proliferac­ión de los llamados testigos protegidos, ya que antes eran los ministerio­s públicos los únicos encargados de levantar testimonio­s y eso se prestaba mucho a la manipulaci­ón o falsificac­ión de datos.

El exmandatar­io tiene además acusacione­s en cortes de San Antonio y Corpus Christi, Texas, por narcotráfi­co, extorsión, lavado de dinero y colaboraci­ón con cárteles de la droga, por lo que si en la PGR no hay nuevos elementos de prueba, que no estén basados en testimonio­s ficticios o manipulado­s, desde ahora podemos anticipar que Yarrington no regresará a México a pagar los delitos por los que se le acusa, de Italia se irá derecho a una cárcel estadounid­ense, porque es seguro que las pruebas de allá tengan un mayor sustento jurídico.

Qué tan contundent­es son las pruebas contra el exmandatar­io tamaulipec­o y qué tan efectivo es el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio recién entrado en vigor en México, los hechos lo dirán.

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